Dos lecturas que se complementan muy bien para entender el corazón del hombres y los bienes que nos da Dios, porque leyendo el Evangelio pareciera que los bienes son malos para el hombres, pero en realidad no lo son. Los bienes, tanto materiales como espirituales, son buenos, por eso se llaman bienes porque están dados para el bien del hombre. Y entonces ¿qué es lo que hace malos a los bienes? El corazón del hombre.
"Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor".
Cuando el hombre se aparta de Dios, su corazón se aparta del Bien y se va tornando egoísta, vanidoso, orgulloso y todos los males van entrando de a poco en él, por eso todo lo que tiene, tanto material como espiritual, va cambiando de bien a mal, por eso los bienes de un hombre bueno, cuando se transforma en malo se conviertes en males, no sólo para él mismo, sino también para los demás.
Por eso el Evangelio nos muestra que un hombre que tenía muchos bienes, sus bienes se transformaroon en males para él pues no le dejaron ser generoso y caritativo, sino egoísta y ávaro, cerrándosele así el corazón para ser compasivo con sus hermanos que más necesitaban. Y así los bienes que podrían haberle dado la Vida al hombres, si los hubiese usado para hacer el bien, le dieron la muerte porque lo usaron para "engordar" su propio yo y no los supo copartir con quienes los necesitaban.
Es así que, sin darnos cuenta, nos vamos transformando cuando nos el egoísmo y la vanidad espritual entran en nuestro corazón, que nos hacen creer que somos mejores que los demás, que podemos estar más arriba que el resto, y que eso nos habilita para ser jueces y verdugos de nuestros hermanos, es porque los bienes espirituales se han transformados en males espirituales, pues sin pensarlo hemos dejado entrar el pecado en nuestro corazón, nos hemos ido apartando del Amor de Dios para amar lo que no es de Dios.
Cuando los cristianos dejamos de tener los valores propios del cristanismo como base en nuestra vida y dejamos que los valores del mundo ocupen su lugar, sin darnos cuenta vamos haciendo daño en nuestras comunidades, vamos sembrando cizaña por donde pasamos y destruyendo la Obra que Dios ha querido construir con los bienes que nos ha dado.
Es así que el cristiano tiene que ser mucho más astuto que el mundo en el que vive, aprovechar cada momento que nos regala Dios apra examinar lo que ha dejado entrar en su corazón, y mirar lo que ha salido de sus labios, para poder discernir si lo que está viviendo o cómo lo está viviendo es realmente fruto del Amor que Dios ha sembrado en su corazón o simplemente son actitudes mundanas que las hago parecer como muy cristianas, haciendo que no se bueno ser cristiano.
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