domingo, 4 de marzo de 2018

El Templo del Espíritu

“Destruid este Templo y lo construiré en tres días”, le dijo el Señor a los judíos, pero no comprendieron que se refería a su propio cuerpo, ese Cuerpo que sería destruido en el árbol de la Cruz y volvería a la Vida desde el Sepulcro.
Pero no sólo su Cuerpo es el Templo del Señor, sino desde nuestro Bautismos, nuestro cuerpo es templo vivo del Espíritu Santo, pues Él habita en nosotros desde ese día. Y así como cuidamos el templo de piedra en que cada día vamos a encontrarnos con el Señor, nuestro cuerpo tiene que ser también cuidado para que siempre brille con la Luz del Espíritu. Son nuestros actos y nuestros deseos los que van, cada día, dándole más brillo a nuestro cuerpo y mostrando con su alegría, con su paz y armonía quién habita en él.
Por eso mismo el Señor nos decía que en lo secreto de nuestra habitación, o en el silencio de nuestro corazón podemos encontrarnos con el Padre, pues, como dice San Pablo: es el Espíritu quien clama desde nosotros ¡Abba! ¡Padre! y es quien sabe lo que verdaderamente necesitamos antes que se lo pidamos. Pues el Espíritu que habita en nosotros nos hace ver (si le damos permiso y lo dejamos hablar) cuál es la Voluntad de Dios en nuestra vida.
Pero es también ese mismo Espíritu quien nos anima en nuestra desesperanza, quien nos fortaleza en nuestra debilidad, quien nos resucita en nuestras muertes, y quien nos enseña a rezar como necesitamos.
Y, así a medida que ese templo se va ensuciando con nuestro pecado cotidiano, necesita que venga la Gracia del Padre a limpiar nuestro desorden interior. Es el sacramento de la reconciliación el mejor remedio para volver a darle a nuestro templo el brillo del Espíritu, la alegría de la Gracia de la Reconciliación con el Padre y con nuestros hermanos, para que esa misma reconciliación la podamos tener con nosotros mismos y la Luz de la alegría del Amor siga siendo una constante en la vida de cada día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.