Hubo un momento, luego de una de los anuncios de su Pasión, en que la madre de dos apóstoles le pidió a Jesús que sentase a sus hijos uno a su derecha y otro a su izquierda, cuando llegase al poder. Cuando Pilatos lo condenaba Jesús le aclaró: mi Reino no es de este mundo.
Los apóstoles y, quizás nosotros aún, no comprendían que el Reinado de Cristo no era de este mundo, como tampoco nosotros somos de este mundo, aunque estamos en el mundo: "Padre, no te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del maligno..."
Estando ya crucificado vemos cómo algunos le pedían que bajase de la Cruz, que se salvara a sí mismo; pero Jesús sabía que para salvarse y alcanzar la Vida no tenía que bajarse de la Cruz, aunque ese era el peor de los castigos humanos y el peor de los dolores recibidos, no podía bajarse de la Cruz, pues ahí comenzaba el Camino hacia el Trono Real, hacia la Vida Verdadera.
"Si por la desobediencia de un hombre entró la muerte, por la obediencia de otro entraba la Vida al hombre". Ese era el Camino, ese es el Trono del Nuevo Rey; y, por lo tanto, ese es nuestro Camino y ese es también nuestro reinado, pues Él Rey del Universo, nos ungió reyes el día de nuestro bautismo, pero no para ser reyes como los del mundo, sino para ser reyes como Él es Rey. Un Rey que "por el sufrimiento aprendió lo que es obedecer", y "obedeciendo hasta la muerte y muerte en Cruz" nos dio la Vida Nueva y Verdadera que, por el pecado original, habíamos perdido. Y a partir de ese momento en que el Rey entra en el Reino de los Cielos desde ese momento comenzamos a construir el Reino de los Cielos aquí en la Tierra: un Reino de paz y justicia, de libertad y de amor, de fraternidad y esperanza, de alegría y gozo en donde la única Ley que nos rige es la Ley del Amor: "un mandamiento nuevo os doy: amaos unos a otros así como Yo os amé".
Sí, Nuestro Señor Jesucristo es el Rey del Universo, es nuestro Rey, y nos ha hecho coherederos de su reino, dándonos en su Vida el título de reyes, junto con Él, para que nuestra vida sea un claro testimonio de esta Vida Nueva que día a día vamos construyendo aquí en la Tierra con el corazón puesto en el Cielo.
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