Dice hoy Jesús al final de la parábola:
"¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer” ».
Podríamos pensar que da la razón a aquella frase que circula por internet: "la iglesia nos quiere sumisos", pero en realidad es todo lo contrario. Jesús intenta que no se nos suban los humos a la cabeza, como ocurre frecuentemente en nuestras vidas. Cuando vemos que las cosas nos salen bien nos creemos ya los super hombres y vamos por ahí dándonos de superados, mirando por arriba del hombro a los demás como si nunca nos hubiera pasado nada o como si nunca hubiésemos tropezado y caído.
El reconocer nuestra pequeñez no es sinónimo de sumisión, sino que conocemos y confiamos en la sabiduría de Dios que es quien guía nuestra vida y nuestras obras, para así, con su Gracia, alcanzar nuestra plenitud y perfección.
"Él ha mirado la pequeñez de su servidora, me llamarán feliz todas las generaciones porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas".
Ella, María, se consideró la esclava del Señor y se dejó conducir de Su Mano y no la consideramos una persona inútil, sumisa que no sabía hacer nada por su propia cuenta, sino que todo lo que hacía era por que vacía de sí misma encontró la plenitud de su vida en la Voluntad de Dios.
Así ser hacer lo que teníamos que hacer es, quizás, lo mejor que nos puede pasar, si lo descubrimos a tiempo, porque hacer lo que el Padre nos pide que hagamos cada día, es lo que nos llevará a la vivir las Bienaventuranzas del Evangelio, a conseguir las Gracias necesarias para cada día, para cada misión, para cada situación que el Señor nos permita o quiera que vivamos. Y sobre todo llegar al final del día sabiendo que hemos sido Fieles a la Vida que el Señor nos ha mostrado vivir, y alcanzar así la alegría de aquél que se entregó todo y tuvo todo lo necesario y más, por que el pago del Señor en nuestras vidas es mucho más de lo que merecemos, pues su pago es la Verdadera Vida en el Señor Jesucristo.
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