Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) decía algo así como que cuando se convirtió al cristianismo (ella era de familia judía) comprendió que la resurrección de Jesús (y, por lo tanto, la nuestra) era lo que le daba al hombre la plenitud que le faltaba en la tradición judía, pues ella veía que sin la resurrección el hombre queda incompleto, pero al resucitar y vivir la eternidad encontraba la plenitud de la vida.
Claro que no es fácil entender esto de la resurrección de los muertos, como decimos en el Credo, pero es lo que el Padre quiso darnos y nos había prometido desde el día del Pecado Original. Con el pecado original, dice San Pablo, "entro la muerte en el hombre y por un hombre entró la vida", este hombre es Jesús, quien con su muerte en Cruz destruyó el pecado y con su resurrección nos dio nueva vida.
¿Cómo lo sabemos? Lo creemos y eso (a algunos) nos basta. El Don de la FE es para aceptar aquello que no podemos entender ni ver ni comprobar, pero sabemos que es realidad porque aceptamos la Palabra de la revelación. ¿Cómo será? Ahí nos lo explica Jesús ante la pregunta de los saduceos que no creen en la resurrección:
"Jesús les dijo:
«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que lo muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos».
Hemos escuchado muchas cosas sobre la vida del más allá, de aquellos que dicen haber visto muchas cosas, pero lo más cierto y seguro es lo que nos dice nuestra Fe, y lo que Jesús mismo nos ha dejado como regalo para nuestra vida, el testimonio de aquellos que lo vieron Resucitado y estuvieron con Él escuchando sus Palabras. Nos bata la Fe para vivir en la certeza que, "si hemos muerto con Cristo viviremos con Cristo" por que Él nos ha unido a sí mismo, nos hizo parte de su Cuerpo y con Él no sólo resucitamos sino que con Él ascendemos a los Cielos, a dónde Él mismo nos dijo: "En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino".
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