"Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
– «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».
¿Qué es lo que lo discípulos vieron y oyeron? Vieron al Mesías esperado, oyeron sus palabras, todo aquellos que muchos habían esperado por siglos lo estaban teniendo delante de sus ojos, sus palabras llenaban sus corazones. No era un simple hombre, aunque en ese momento ellos no lo supieran comprender o entender o ver, era el Mesías anunciado y esperado por los Profetas, era la Esperanza de Israel.
Pero esa Bienaventuranza no era sólo para ellos que estaban junto a Jesús, lo es también para nosotros, que, gracias al Don de la Fe lo vemos al Señor en la Eucaristía, lo escuchamos en Su Palabra, y podemos ser sus hermanos gracias al Espíritu Santo que se nos ha dado, y nos hace llamar a Dios ¡Abba! ¡Padre! Es hoy también una bienaventuranza para nosotros, pues vemos y oímos lo que otros no pueden (o no quieren) Y ¿qué significa para nosotros?
Los discípulos y la gente que convivía con Jesús no pudieron entender (en plenitud) su mensaje hasta después de Pentecostés y, por eso, algunos no pudieron seguirlo pues, como decían algunos, "sus palabras eran duras". Hoy nosotros, llenos del Espíritu Santo, ¿comprendemos el Valor de Sus Palabras? ¿llegamos a aceptar lo que Él nos dice? ¿Valoramos a Jesús como el Mesías Salvador, como el Señor de nuestras vidas?
Para muchos, en estos tiempos, las Palabras de Jesús también son duras y por eso deciden dejar de seguirlo, ir por otros caminos; otros deciden negar su existencia; otros aceptamos seguirlo pero, quizás, sin hacer caso a sus Palabras; y, otros, los Bienaventurados lo siguen porque han comprendido el valor del mensaje y se han lanzado al Buen Combate de la Fe e intentan hacer vida sus Palabras.
Serán los Bienaventurados quienes puedan ver realizada la profecía de Isaías, o quienes más se ocupen de realizar ese Mundo Nuevo en donde la Paz y la Fraternidad sea lo que reine entre la creación, pues Dios se ha hecho presente en medio de los Bienaventurados por que el Reino de los Cielos se ha construido en la Tierra.
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