martes, 15 de noviembre de 2016

Convertir nuestra tibieza en entrega radical

Hoy no podemos escapar de lo que Dios nos quiere decir, si comenzamos por Evangelio o comenzamos por el Apocalipsis, de un lado o del otro Dios nos llama a la conversión, nos pide hacer un claro examen de nuestra vida y descubrir que no hemos vivido tan radicalmente nuestra fe como Él nos lo pidió cuando nos llamó a seguirle.
"Conozco tus obras; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Sé vigilante y reanima lo que te queda y que estaba a punto de morir, pues no he encontrado tus obras perfectas delante de mi Dios. Acuérdate de cómo has recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete".
Si, seguro que podemos decir que no hemos hecho nada malo, ni no hemos salido de lo común de la gente, pero ¿eso es suficiente para Dios? ¿Eso es lo que Dios nos ha estado mostrando y pidiendo? ¿Ese es el testimonio que tenemos que dar como cristianos al mundo de hoy?
Por eso sigue diciendo:
"Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero porque eres tibio ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca. Porque dices: ‘Yo soy rico, me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada’".
Nuestra tibieza espiritual, nuestra tibieza a la hora de entregarnos a la Voluntad de Dios, nuestra tibieza a la hora de defender nuestra fe, nuestra tibieza a la hora de vivir, nuestra tibieza a la hora de rechazar las cosas del mundo... Nuestra tibieza es lo que desprecia el Señor, y porque desprecia la tibieza desprecia a los tibios. Él necesita discípulos, apóstoles que realmente quieran vivir radicalmente una entrega constante y definida, que quieran vivir el Evangelio con todas las letras y que sepamos rechazar todo aquello que no es propio de nuestra vida.
Así nos pone de modelo la conversión de Zaqueo:
"Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»
Jesús comió con Zaqueo pero fue Zaqueo quien se convirtió a Dios y no Jesús que se hizo pecador.
Y como finaliza diciendo el Apocalipsis en el día de hoy:
"El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu a las Iglesias”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.