Cuando llegamos al final de la parábola de las monedas (o talentos) nos llevamos siempre la misma sorpresa, pues nos encontramos con una frase que no suena bien a nuestros oídos:
"Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene".
No nos suena bien porque nos parece injusto que se le quite lo poco que tiene y se lo entregue al que más tiene. No nos suena bien porque lo pensamos en términos materiales, tomando en sentido literal las palabras de Jesús, sin pensar que este discurso es una parábola, una metáfora de lo que pasa en nuestro espíritu, en nuestra vida espiritual.
Dios nos ha concedido, a cada uno, diversos y varios talentos (quizás a algunos más que a otros) para que cada uno los utilicemos de acuerdo a la misión que Él mismo nos ha pedido vivir. En esta misión de la vida debemos hacer producir los talentos recibidos, no para que Dios sea cada día más "rico" en beneficios, sino para que esos talentos enriquecidos enriquezcan mi propia vida, pues ese enriquecimiento será lo que me dignifique cada día más, lo que lleve a plenitud mi propia vida.
Pero, lo que ocurre, es que muchas veces tenemos miedo de comprometernos con la historia, con la sociedad. Tenemos miedo de mostrar lo que sabemos por que no queremos que nos utilicen, no queremos que se abusen de lo que tenemos. En realidad, siempre tenemos una buena excusa para no darnos a los demás, no darnos a la historia porque es más fácil ver pasar la vida por delante de uno y criticarla que meterse dentro de esa vida y ayudar a que sea mejor.
Son esas personas las que no sólo no recibirán nada, sino que se les quitará lo poco que tienen porque no han sabido compartir o poner en juego lo que Dios les ha regalado: "pues gratis lo habéis recibido dadlo gratis". Aquellos que no han tenido ni la disponibilidad, ni el valor de decirle a Dios "¡aquí estoy Señor para hacer tu Voluntad!", son quienes no producen más de lo que han recibido, y van perdiendo a lo largo del camino de la vida, aquello que no han sabido compartir: alegría, esperanza, amor...
No dejemos que la comodidad del sofá de los criticones nos enganche de tal manera que sólo miremos pasar la vida, sino que tengamos la fortaleza y la valentía del Espíritu para salir a transformar lo que criticamos, pues para eso tenemos los dones que nos han sido regalados y cuanto más los hagamos producir más plenos nos sentiremos, pues hemos sido capaces de hacer aquello que hemos criticado. Pero sobre todo hemos sido capaces de ser Fieles a la Vida que el Señor nos dio, una Vida que es Buena Noticia para los hombres y causa de salvación para muchos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.