Tendría que copiar el párrafo completo de la carta de San Pablo a los Corintios de hoy, pero sólo rescataré este párrafo, el cual San Pablo le habla a una comunidad, o grupo de personas, que, al parecer, se habían subido a su orgullo y se dedicaban a cuestionar y "maltratar" a los apóstoles:
"Por lo que veo, a nosotros, los apóstoles, Dios nos coloca los últimos; como condenados a muerte, dados en espectáculo público para ángeles y hombres. Nosotros, unos locos por Cristo, vosotros, sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros célebres, nosotros despreciados; hasta ahora pasamos hambre y sed y falta de ropa; recibimos bofetadas, no tenemos domicilio, nos agotamos trabajando con nuestras propias manos; nos insultan, y les deseamos bendiciones; nos persiguen, y aguantamos; nos calumnian, y respondemos con buenos modos; nos tratan como a la basura del mundo, el deshecho de la humanidad, y así hasta el día de hoy".
Y es una realidad que hoy sigue pasando, quizás no sea una comunidad cristiana la que se cree la mejor de todos, sino que sin compartir nuestra fe hay muchos que se creen mejores que los cristianos y desde lo alto de su "ego" tratan de quitarnos la fe, la esperanza y todo aquello que nos identifique con Cristo.
En estos casos somos todos apóstoles, mejor dicho, en estas situaciones y todos los días somos apóstoles de Cristo, pues somos la Iglesia Católica Apostólica, es decir no sólo estamos cimentados sobre la fe de los Apóstoles, sino que, cada uno de los que formamos la Iglesia, somos apóstoles de Cristo: hemos sido llamados y ungidos por Dios para llevar el mensaje de la Salvación a todos los hombres.
Ese mensaje es el que los hombres quieren hacer desaparecer de la Faz de la tierra y para hacerlo tienen que "terminar" con los cristianos. Pero eso fue así desde el comienzo del cristianismo, por eso no nos tenemos que escandalizar porque los mismos hombres sigan usando las mismas armas desde hace 2000 años. Por eso mismo, los cristianos, tenemos que usar las mismas armas: oración, ayuno, vida cristiana sincera y coherente, reflexión de la Palabra, Eucaristía y todo aquello que nos siga uniendo cada día más a Cristo, nuestra Vida y sentido.
Como dice San Pablo: "por eso con sumo gusto me gloriaré más todavía en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por lo cual me complazco en las flaquezas, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones y angustias, por Cristo; pues cuando soy débil, entonces soy fuerte".
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