domingo, 18 de septiembre de 2016

La astucia de los hijos de Dios

Si lo pensamos bien, desde el Evangelio, siempre tenemos un buen argumento para no hacer la Voluntad de Dios, somos muy astutos para encontrar razones para decir que lo que Dios nos pide o quiere de nosotros no es actual, no está dentro de nuestras posibilidades, es una locura o tantas otras cosas más, como para quedar nosotros tranquilos y con la conciencia limpia para hacer lo que tengamos ganas aunque sepamos que está mal hecho, que hemos hecho daño a nuestro hermano o que hemos cometido o vivimos en situación de pecado. Para eso siempre somos muy astutos y audaces.
Pero para vivir e intentar vivir en la Luz, para llevar una vida en la virtud, en la caridad, en el perdón, buscando la obediencia y la fidelidad al evangelio, no estamos tan preparados; nunca encontramos tiempo, no sabemos cómo hacerlo, nos faltan fuerzas.
"Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz".
No quiere Jesús que seamos corruptos e infieles, pero sí pretende que la astucia que tenemos para unas cosas también la tengamos para lo mejor, para lo bueno, para lo santo. Porque somos hijos de la Luz y no de las tinieblas, somos hijos de Dios y no del mundo, hemos sido llamados a vivir en la Gracia y no en el pecado.
Por eso, lo importante es saber que te se nos ha confiado una gran riqueza y que la tenemos que administrar de la mejor manera para que nosotros alcancemos la Vida, y para que los demás encuentren el Camino hacia esa Vida. Nuestro tesoro es la Vida que nos dio Jesús con su muerte y resurrección, una Vida de Fe, Esperanza y Amor, una Vida en la que tenemos una Madre que nos ampara, nos guía, nos consuela y nos guía de su Mano para llegar hasta el Hijo, y por Él al Padre. Una Vida en la que el Espíritu Santo nos santifica constantemente, nos ilumina para poder discernir el bien y el mal, lo que es justo y lo que es injusto, que nos anima, nos alienta.
Sí, como dice San Pablo: llevamos un tesoro en vasijas de barro, y por eso tenemos que saber cómo lo administramos, si sólo lo administramos para nuestro bien egoísta o lo administramos para el bien de todos los que me rodean, si lo administramos según la Voluntad de Dios o si lo hacemos según la voluntad del mundo.
No dejemos que la astucia del mundo sea mayor que la astucia de los hijos de la Luz, dejémonos guiar por la Mano del Padre para que el tesoro que llevamos cada día aumente más y pueda, así, dar Vida a todos los que la necesiten.

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