domingo, 4 de septiembre de 2016

Cambio de mentalidad

Dice el libro de la Sabiduría:
"¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?, o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere?
Los pensamientos de los mortales son frágiles, e inseguros nuestros razonamientos, porque el cuerpo mortal oprime el alma y esta tienda terrena abruma la mente pensativa".
Es difícil conocer los pensamientos de Dios. Es difícil poder discernir cuál es Su Voluntad, pero como le diría el Ángel a María: para el hombre es imposible pero no para Dios. Por es Él nos ha enviado su Espíritu Santo para que nos ayude a discernir y a encontrar el Camino hacia la Verdad, hacia Su Voluntad.
Pero, he ahí la cuestión: buscar Su Verdad, Su Voluntad, sabiendo que nuestro pensamientos son frágiles, que nuestros razonamientos son inseguros; por eso Jesús, para seguirlo nos ha pedido que renunciemos a nosotros mismos, que dejemos de lado todos nuestros afectos humanos, nuestros condicionamientos mundanos, nuestros razonamientos y proyectos y que nos abramos al Espíritu que será Él quien nos conduzca.
Tanto en la carta a Filemón como en el Evangelio de hoy, se nos plantean dos situaciones muy difíciles que parten de un solo principio: para aceptar los Caminos de Dios debemos dejar de lado lo que hasta ese momento habíamos pensado, renunciar a todo para hacer un cambio de mentalidad.
San Pablo le pide a Filemón un cambio de mentalidad para que descubra en Onésimo, quien era su esclavo, a un hombre nuevo que, por el bautismo, se ha convertido en su hermano.
Jesús nos pide renunciar a todo para seguirlo, que nada nos ate: ni el mundo, ni los afectos, ni nuestros proyectos para poder aceptar e ir tras Él.
Y es cierto si siempre estamos poniendo excusas para hacer la Voluntad de Dios, para ir al Encuentro del Señor, para esto y para aquello, entonces para qué decimos que queremos seguirlo? Para que nos llamamos cristianos si no queremos vivir según Cristo? Si siempre hay un buen argumento para no ser Fiel, para no hacer lo que el Padre me pide.
Así en los ejemplos que Jesús nos presenta luego de ponernos las condiciones para seguirlo, nos hace ver que antes de dar nuestro Sí a Su Voluntad tenemos que pensar si estamos dispuestos a vivir según ese Sí. Y no es porque nosotros tengamos la fuerza para poder seguirlo, pues será el Quien ponga la Gracia para fortalecernos, sino que yo tengo que ver si realmente estoy dispuesto a Seguirlo incondicionalmente.

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