martes, 10 de marzo de 2015

Perdonar como Dios nos perdona

Cada día (si es que rezamos cada día) decimos: "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". ¿Partimos de ahí?
En muchas ocasiones perdonar no es fácil, y pedir perdón menos. Pero lo tenemos que hacer si queremos ser perdonados por el Padre Celestial, ahora si no queremos ser perdonados por Dios, no lo hagamos. Y si no creemos en Él tampoco lo hagamos. Más ahora en este tiempo que dicen que el Papa dijo que no existe el infierno, entonces ¿para qué nos vamos a portar bien?
(Ante estas cosas hay que cerciorarse bien, ¿puede decirme alguien que ha posteado esa barbaridad qué día dijo eso el Papa? ¿En qué alocución lo dijo? Porque el Papa no puede contradecir los Evangelio en los cuales Jesús habla de que existe el infierno, el fuego de la gehena... Y no es porque quiera meter miedo, pero es lo que hay)
Seguimos. ¿Por qué Dios puede perdonar tantas veces? Porque ama con amor infinito, por eso puede perdonar. Y por eso mismo nos invita a perdonar no sólo 7 veces sino hasta 70 veces siete (no saquéis la cuenta tan rápido) que significa siempre. Sí, siempre, porque yo también necesito que siempre me perdonen, pero claro que existe una condición para que sea perdonado, o, mejor dicho dos condiciones. La primera y más importante que pida perdón, porque nadie puede ser perdonado si antes no pide perdón, sea a Dios o a los hombres.
Porque para pedir perdón, y esta es la segunda condición (que es doble) tengo que estar arrepentido de lo que hice y no querer volver a hacerlo. Claro, porque pedir perdón por pedirlo no tiene sentido, es como pedir la cena pero no querer comerla. Quizás en una relación humana puedo hacerlo y quedo bien con la otra persona y, quizás, conmigo mismo. Pero Dios que conoce los secretos de nuestro corazón sabrá que no tengo la intenciòn de hacerlo y por eso la Gracia del Perdón no llega a mi corazón.
Y ¿qué hacemos cuando no podemos perdonar? Pedir mucho al Señor la gracia de la conversión, pero más que nada que nos ayude a crecer en el amor, sí ese amor de la Carta de San Pablo a los Corintios, que recordamos todos, pero que nos cuesta lleva a la práctica. Ese amor nos ayudará a arrepentirnos, a pedir perdón, y también a dar mi perdón a quién me ha ofendido.
Y, por último, no creas que perdonando te vas a olvidar. Fíjate que en la parábola el Rey no se olvida que ha perdonado al que le debía, ni cuánto le había perdonado. Pero si no hubiese sido tan cruel el Rey hubiese mantenido su perdón, pero al no haber perdonado el Rey le hizo pagar la deuda.
El rencor sólo nos cambia el corazón convirtiéndolo en frío y distante, el amor lo hace cálido y cercano, como el de nuestro Padre Dios que siempre nos regala días hermosos para quienes buscan su Amor y su Justicia, que es la base del Reino en la tierra.

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