viernes, 6 de marzo de 2015

Celos y envidias impiden crecer

En este párrafo del Génesis que nos comienza a relatar la vida de José, seguramente nos encontraremos reflejados más de uno. Y no porque hayamos matado a nuestros hermanos o porque los hayamos tirado en un aljibe o los vendimos a mercaderes (quizás, no tuvimos tiempo) Pero sobre todo es una escena que nos habla de los celos y la envidia.
Sí, los hermanos mayores de José tenían muchos celos porque su padre le favorecía mucho, por ser el más pequeños; pero, además, tenía otra diferencia con sus hermanos: era un soñador, tenía el don de poder interpretar los sueños (pero no al estilo Freud).
Cuando nos dejamos llevar por los celos y la envidia nuestra cabeza comienza a tramar y a pensar fuera de lo que es lo bueno para mi hermano, y, por supuesto, para mí. Aunque al principio no nos damos cuenta que los celos nos hacen pensar mal, porque siempre nos llevan a pensar en términos de "justicia" porque "no es justo que él tenga esto y yo no", "no es justo que a él le den esta posibilidad y no a mí". Y esos equivocados pensamientos nos invitan a ir en contra de la "justicia" que tanto quiero conseguir.
Sí, porque finalmente me vuelvo injusto, no valoro justamente lo que poseo, lo que soy, lo que tengo, y, sobre todo lo que puedo y debo anhelar. Miro tanto al de al lado que me olvido de mí y de muchos otros que están cerca mío. Mi mirada se centra el foco de mis celos y envidias, y voy hacia esa meta: la destrucción de aquél o aquella que me quita el sueño. Quizás nunca llegue a quitarle la vida, pero intento quitarle lo que más pueda, para que no sea la causa de mis pensamientos y me produzca dolor en el alma.
Y, en realidad, el camino es mucho más fácil: debo aprovechar el impulso de los celos y la envidia para gestionar mi propia vida, aprender de la vida de mi hermano para darme cuenta que yo también, utilizando mis propios valores y virtudes, puedo alcanzar grandes metas. Compararme con los demás, con cómo viven, qué tienen, qué pueden o qué no pueden, no me sirve, me hace daño, me lleva a vivir pendiente de sus logros y no de lo que Dios me está mostrando y pidiendo que viva.
Por que al final me voy a dar cuenta que no utilicé todo lo que tenía como bueno y valioso, y fui perdiendo el tiempo y la vida en alcanzar algo que no era parte de mí, perdí la piedra angular en la que hacer pie para comenzar una gran obra.
Hoy es un día especial para descubrir de qué cosas tenemos que purificarnos, hoy viernes de cuaresma es un día para buscar la Luz del Espíritu que nos ayude a librarnos de todos los celos y envidias, y disponer nuestro corazón para comenzar a construir el mejor edificio: mi vida en santidad, pues la Gracia estará conmigo y me guiará para poder utilizar todo lo que el Señor me ha dado, y así alcanzaré la tan ansiada meta de la felicidad pues he encontrado el Camino para Ser.

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