"Esto dice el Señor:
«Han constituido reyes en Israel, sin contar conmigo, autoridades, y yo no sabía nada
Con su plata y con su oro se hicieron ídolos para establecer pactos.
¡Tu becero te ha rechazado, Samaria!
Mi ira se inflamó contra ellos.
¿Hasta cuándo serán culpables de la suerte de Israel?".
Muchas veces, cuando suceden cosas graves y fuertes, levantamos la mirada y echamos la culpa hacia Dios o hacia quien tenga delante, porque siempre creemos que Dios nos tiene que librar de la "mala suerte", y por eso, por creer en Dios, creemos que ya estamos libres de todo daño.
En este caso que se nos presenta en el libro del profeta Oseas, es Dios quien nos mira y nos hace ver cómo hemos actuado para que el mal llegue a nosotros, y no es porque Dios no haya estado cerca, sino porque nosotros no hemos pensado en Dios cuando hemos tomado tales o cuales decisioneos.
Ejemplo: hoy nos quejamos de las catástrofes naturales que se llevan infinidad de personas con inundaciones, volcanes, etc., pero ¿quién es el culpable del desorden natural? Si hubiéramos seguido las indicaciones del Señor y hubiésemos respetado la realidad de que el hombre no es Dios, quizás no hubiésemos caído en tan graves males.
Y lo mismo pasa en lo pequeñito de nuestro propio universo: hay situaciones que terminan siendo malas porque mis decisiones han sido malas, aunque al principio me parecían las mejores. Pero no porque haya optado por las malas, sino porque no pregunté si era Voluntad de Dios hacerlo. Como creí que podía hacerlo... como me gustaba... como todos los hacían... como nadie dijo nada...
Por eso el Señor toma el ejemplo del pueblo de Israel y nos hace ver que aún podemos encontrar el camino para vivir en Su Voluntad, que es el deseo de nuestro corazón, para encontrar la verdadera paz que nos conduce a la felicidad del alma.
Por otro lado, fijáos en el evangelio: la gente se admiraba de los milagros que hacía el Señor, e iba adquiriendo fama al contrario de los fariseos, escribas y doctores de la ley. Hasta la gente decía ¡qué bien que habla! Por eso, los fariseos buscaban desautorizarlo: "actúa con el poder del prínicipe de los demonios". Porque esa es la mejor forma de que yo quede bien, desautorizar a quien está actuando mejor. Porque la otra forma: descubrir en qué yo no he actuado bien, es más difícil, pues tengo que recononcer que no hice lo correcto, que no actué con el poder de Dios, sino que lo hice por mis gustos y voluntad.
No nos viciemos en buscar los culpables fuera de nuestras decisiones, sino que miremos cómo han sido nuestras decisiones y descubramos que no siempre han sido las que estaban de acuerdo a la Voluntad de Dios, que estaban más de acuerdo a lo que el mundo quiere que viva, y no a lo que Dios quiere que viva. Confiemos en que su Misericordia nos fortalezca para elegir, cada día, el mejor camino de conversión y santidad.
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