"Esto dice el Señor:
«Yo la persuado, la llevo al desierto, le hablo al corazón.
Allí responderá como en los días de su juventud, como el día de su salida de Egipto".
En pocas palabras el Señor nos hace la más hermosa de las invitaciones y nos da el más hermoso de los mensajes. Quiere persuadirnos, llevarnos a la soledad para hablar a nuestro corazón, pues en la soledad del corazón donde mejor se escucha su voz. Porque en el ruido, no sólo del ambiente, sino en el ruido que hace nuestra vida constantemente y nuestros pensamientos, nunca podemos escuchar bien la Voz del Amado, porque Él no grita, sino que nos susurra sus Palabras, y más cuando lo que quiere decirnos son palabras del Amor que siente por nosotros.
Y por eso mismo, porque son palabras de Amor no quiere levantar la voz, no quiere obligarnos a amarlo, sino que quiere persuadirnos para que lo amemos, pues el Amor no es una obligación en nuestra vida, pero sí es una necesidad del corazón, pues hemos sido creado por Amor y por eso buscamos siempre al Amor.
Pero también nos dice que quiere que respondamos como en los días de la juventud. Porque en esos días de la juventud uno se enamora más pasionalmente, el primer amor es el que nunca se olvida y el que nace con mucha fuerza, con una fuerza que nos lleva a hacer grandes locuras para poder estar con el Amado, para poder llegar a Él, para esperarlo, para soñar con Él, para vivir con Él. Es la pasión del Primer Amor lo que el Señor quiere que podamos vivir cada día, porque en Él la Juventud es Eterna y nos ayuda a no envejecer en el amor, sino a estar siempre firmes y confiados en el Fuego del Amor Primero.
Hoy cuando todos hablan de amor pero nadie conoce el verdadero amor, cuando el amor ha sido vaciado del verdadero sentido es cuando más necesitamos encenderlo en nuestros corazones, es cuando más necesitamos que nuestro Amor por el Señor sea, cada día, más intenso, más verdadero, más Fiel, más valiente, pues no sólo tenemos que defenderlo, sino conservarlo y mantener el Fuego del Amor Primero, que es el único que nos fortalece en los momentos de mayor oscuridad y temor.
Es así que necesitamos, cada día, un momento de desierto, un momento de encuentro en soledad y silenciio con el Señor, para que en ese silencio verdadero y total pueda volver a escuchar el susurro de su Voz que me habla del Amor que Él me tiene, que me encienda cada día en ese deseo verdadero de vivir en Fidelidad a ese Amor que, cada día, se prodiga desde la Cruz y el Sagrario para que mi vida sea una vida iluminada por la Luz del Verdadero Amor.
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