martes, 17 de julio de 2018

¡Ay de tí!

"¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza".
¿Por qué Jesús se enfada con estas ciudades? Porque siempre ha estado en ellas, porque han visto sus milagros, han escuchado sus Palabras, y sin embargo siguieron en la ignorancia que produce la vanidad, creyendo que con lo visto y oído ya tienen la salvación.
Algo parecido nos sucede cuando dejamos que la vanidad espiritual entre en nuestras vidas. ¿Vanidad espiritual? Sí, vanidad espiritual que suele ser más difícil que la vanidad humana (aunque seguimos siendo humanos, claro está) La vanidad espiritual es la que me hace comparar con los demás pero como lo hago desde lo que creo que he aprendido espiritualmente, entonces juzgo lo que los otros dicen, hacen y, como yo soy mejor, entonces creo que tengo el derecho de juzgar: "ellos no rezan tanto como yo... ellos no van a misa como yo... ellos no están todo el día rezando como yo..."
¡Vanidad espiritual! Pero ya con tus palabras me has demostrado que no has entendido el evangelio, que la Palabra de Jesús no llegó a tu corazón, porque Él, siendo Dios nunca se hizo o se creyó más que ninguno, sino que se acercó a todos los que necesitaban de Su Palabra y de sus milagros, pero no nos dió su Espíritu para que nos creyéramos más que los otros, pues al creernos más que los demás no los respetamos, no respetamos sus tiempos, sus dolores, sus penas, sus etapas de crecimiento, ni tampoco sus formas de rezar, de encontrarse con el Señor.
"Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.
Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy.
Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti".
Como verán no siempre Jesús es dulce con sus Palabras, sino que quiere que no caigamos en la misma tentación de creer que por hacer algunas cosas o haber aprendido otras vamos a llegar muy alto, sino que desde esa altura que nos hemos construido podemos llegar a caer muy bajo, si no encontramos el Camino de la Humildad que nos lleve a vivir el Verdadero Amor Fraterno.
Pues el Camino de la Humildad es un camino de constante conversión, de búsqueda del Amor a Dios y al Hermano que se muestra en trato diario y en el respeto mutuo de cada uno de sus procesos y dudas. No le exijas a él lo que aún tú no has alcanzado. Dios sabe cuándo llegará la plenitud de los tiempos para cada uno.

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