jueves, 5 de abril de 2018

Les abrió el entendimiento

"Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
En estos días la Octava de Pascua seguimos recorriendo los episodios donde Jesús se apareció a los discípulos y apóstoles, en señal de que realmente había resucitado. Pero aún les costaba creer, entender a algunos lo que había pasado. Y es lógico que les cueste entender porque nunca había pasado algo similar, ni nunca más pasó una resurrección como la de Jesús. Pero había una razón para todo ello, para no poder entender: tenían el entendimiento nublado por la desazón y por el estupor, por eso, relata el evangelista:
"Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras".
Necesitamos del Espíritu para que nos haga comprender las Escrituras, para que nos haga comprender las "cosas del Espíritu". No podemos llegar a comprender las actividades espirituales o las relaciones sobrenaturales con el simple entendimiento humano. Sí podemos estudiarlas, hablar de ellas, criticarlas o tantas cosas más, pero llegar a comprenderlas para llevarlas a la vida, sólo si el Espíritu nos alcanza el don del entendimiento, podremos, aceptarlas y llevarlas a la vida. Aunque no siempre podamos comprender el por qué de todas las cosas que pasan, o el por qué Dios actúa como actúa.
La dimensión espiritual y sobrenatural es tan diferente a la humana, que nunca llegaremos comprender o desentrañar los misterios de nuestra fe, y, por eso mismo los llamamos "misterios de la Fe", porque, primero, no es algo que se pueda comprobar por la ciencia y aunque la ciencia lo intente no llegaría nunca a desentrañar esos misterios; y por otro lado si todo tuviera una explicación o pudiera ser comprobado con la ciencia, el tacto o cualquiera de los sentidos, entonces no haría falta la Fe, pues lo que vemos o sentimos no necesitamos tener fe, pues lo tenemos delante de nuestros ojos.
Por eso, ante el asombro de los discípulos, y ante el hecho de que habiéndolo visto y tocado no podían comprender, Jesús les abrió el entendimiento, no sólo para que pudieran ver lo evidente, sino para que pudieran comprender lo que había dicho Dios por medio de los protegas y que estaba en las Escrituras. Y es eso lo que más nos interesa a nosotros, no ver a Jesús, sino comprender y aceptar sus Palabras, las Palabras del Padre que nos ha querido dejar en la Sagrada Escritura.

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