"Revestíos todos de humildad en el trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes. Así pues, sed humildes bajo la poderosa mano de Dios, para que él os ensalce en su momento. Descargad en él todo vuestro agobio, porque él cuida de vosotros.
Sed sobrios, velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle, firmes en la fe, sabiendo que vuestra comunidad fraternal en el mundo entero está pasando por los mismos sufrimientos".
Un hermoso párrafo de la carta de San Pedro en donde, por arribita, encontramos tres consejos que nos sirven mucho para nuestra vida cristiana y nuestra vida diaria.
Primeramente nos muestra cómo debemos compartarnos, o mejor dicho, cuál es la mejor virtud a la que debemos anhelar: la humildad en el trato mutuo. Sabemos que las virtudes nos llevan bastante trabajo conseguirlas y, aunque, a veces, nazcamos con alguna de ellas, alcanzar la perfección y la constancia en el misma es un trabajo de todos los días. Y más cuando hablamos de la virtud de la humildad, que, en el día a día, se nos "va gastando" con la impaciencia, o con otras cosas que nos llevan desdes el egoísmo y el rencor a la vanidad y la soberbia. Por eso, San Pedro, nos pide que no nos dejemos agobiar por el día a día, sino que confiemos en la "poderosa mano de Dios", para que Él nos ayude a no dejarnos gobernar por la soberbia, pues es el pecado que más destruye las relaciones personales y comunitarias.
Por otro lado nos habla de cómo está actuando el diablo, nuestro adversario, y no porque seamos nosotros tan valiosos, sino porque llevamos un gran tesoro en nuestras vidas: la relación y la vida en Dios. Satanás no quiere destruirnos a nosotros, sino que no quiere que seamos constructores del Reino de Dios en la tierra, por eso siempre nos ataca por dónde tenemos nuestro punto más flojo y, a veces, más fuerte. Es así que la sobriedad en la vida diaria y la humildad en el trato con los demás, nos llevará a descubrir que sólo con la mirada puesta en el Señor podremos ser Fieles a la Voluntad del Padre y fieles instrumentos en la construcción del Reino.
Y, por último, nos ayuda a ver que formamos parte de una comiunidad fraternal en el mundo entero, no somos una isla aislada del mundo, sino que comos un "Cuerpo Místico", en el que estamos unidos a la Cabeza y todos sufrimos y nos alegramos con lo que uno y todos viven. Por eso, sabemos que no son pocos hermanos nuestros los que sufren estas persecuciones y que nuestra Fidelidad es, también, como la entrega de ellos una fuente de Gracia para poder resistir en los momentos de dudas, crisis y persecuciones.
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