viernes, 6 de abril de 2018

La piedra angular

En la primera aparición los discípulos no pudieron reconocer al Señor por el temor, por la alegría, por la aflicción y por eso San Lucas decía que tuvo que abrirles el entendimiento para que, pudiendo recordar las Escrituras, se dieran cuénta de cómo tenía que suceder todo y que Él tenía que resucitar al Tercer Día.
En esta aprición junto al Lago y luego de la pesca milagrosa, es el discípulo amado quien lo reconoce por la voz:
"Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Cuando uno ha conocido verdaderamete a alguien hasta poder amar a ese alguien, es evidente que no hacen falta muchos datos para poder reconocerlo pues su Voz es esperada siempre. La palabra del amado siempre es un recuerdo que vuelve y que se necesita para poder seguir teniendo esperanzas, sentido en el vivir y por eso cualquier nota que salga de sus labios es reconocida.
Es el corazón del que ha amado el que reconoce el eco de su voz, pues esa Voz ha calado en lo profundo del alma y es la que siempre se espera. Así tendría que se para nosotros al escuchar su Palabra, al escuchar su Voz en el susurro de las cosas que suceden, en el hablar de un hermano o de un amigo. Porque muchas veces no sabemos cuál es la Voluntad de Dios, ni tampoco sabemos qué nos quiere decir o por qué. Pero si dejamos que en la oración y la reflexión de la Palabra, el Espíritu nos ayude a reconocer la Palabra de Dios siempre reconoceremos el sonido de su Voz en las cosas o en los instrumentos que Él nos envía para que nos pasen su mensaje.
Es el conocimiento profundo y la relación constante lo que nos permiten comenzar a amar. Quizás puede haber un primer "flechazo" de amor a primera vista, pero ese flechazo tiene que ir profundizando en el conocimiento, en el saber quién es, cómo habla, qué busca, qué quiere y tantas otras cosas, que sólo las conoceremos en el trato cotidiano, en el hablar, en el compartir.
Eso mismo nos sucede con el Señor, con Jesús, con el Padre. Ellos también son Personas que buscan el diálogo con nosotros para darse a conocer, para que podamo confiar en ellos, para que puedan volver a ser "la piedra angular" de nuestras vidas, el sostén en nuestro actuar cotidiano. Pero, cuando no llegamos a un conociiento verdadero de quién son y nos quedamos sólo con las apariencias de alguien que nos a contado algo de ellos, entonces nunca llegaremos a saber la verdad y por eso, muchas veces, rechazamos la "piedra angular" de nuestra vida de cristianos.

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