lunes, 30 de abril de 2018

De san Gregorio de Nisa

Ha llegado el reino de la vida y ha sido destruido el imperio de la muerte. Ha hecho su aparición un nuevo nacimiento, una vida nueva, un nuevo modo de vida, una transformación de nuestra misma naturaleza. ¿Cuál es este nuevo nacimiento? El de los que nacen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios.
    Sin duda te preguntarás: -¿Cómo puede ser esto?- Pon atención, que te lo vay a explicar en pocas palabras. Este nuevo germen de vida es concebido por la fe, es dado a luz por la regeneración bautismal, tiene por nodriza a la Iglesia, que lo amamanta con su doctrina y enseñanzas, y su alimento es el pan celestial; la madurez de su edad es una conducta perfecta, su matrimonio es la unión con la Sabiduría, sus hijos son la esperanza, su casa es el reino y su herencia y sus riquezas son las delicias del paraíso; su fin no es la muerte, sino aquella vida feliz y eterna, preparada para los que se hacen dignos de ella.
    Éste es el día en que actuó el Señor, día en gran manera distinto de los días establecidos desde la creación del mundo, que son medidos por el paso del tiempo. Este otro día es el principio de una segunda creación. En este día, efectivamente, Dios hace un cielo nuevo y una tierra nueva, según palabras del profeta. ¿Qué cielo? El firmamento de la fe en Cristo. ¿Qué tierra? El corazón bueno de que habla el Señor, la tierra que absorbe la lluvia, que cae sobre ella, y produce fruto multiplicado.
    El sol de esta nueva creación es una vida pura; las estrellas son las virtudes; el aire es una conducta digna; el mar es el abismo de riqueza de la sabiduría y ciencia; las hierbas y el follaje son la recta doctrina y las enseñanzas divinas, que son el alimento con que se apacienta la grey divina, es decir, el pueblo de Dios; los árboles frutales son la observancia de los mandamientos.
    Éste es el día en que es creado el hombre verdadero a imagen y semejanza de Dios. ¿No es todo un mundo el que es inaugurado para ti por este día en que actuó el Señor? A este mundo se refiere el profeta, cuando habla de un día y una noche que no tienen semejante.
    Pero aún no hemos explicado lo más destacado de este día de gracia. Él ha destruido los dolores de la muerte, él ha engendrado al primogénito de entre los muertos.
    Cristo dice: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. ¡Oh mensaje lleno de felicidad y de hermosura! El que por nosotros se hizo hombre, siendo el Hijo único, quiere hacernos hermanos suyos y, para ello, hace llegar hasta el Padre verdadero su propia humanidad, llevando en ella consigo a todos los de su misma raza.

domingo, 29 de abril de 2018

Injertados en Cristo damos verdadero fruto

Hay muchas cosas para reflexionar, desde la Palabra de Dios, en este domingo, pero como siempre comenzamos con una:
"En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo.
Entonces Bernabé, tomándolo consigo, lo presentó a los apóstoles y él les contó cómo había visto al Señor en el camino..."
Los comentarios sobre quién había sido antes de su conversión San Pablo, habían llegado a los oídos de todos, por eso cuando se presentaba en una comunidad cristiana no se lo recibía con gran estima, sino con desconfianza: ¿no era ese el que perseguía a los cristianos? Pero en este párrafo de los Hechos vemos como Bernabé sale en defensa de Pablo y cuenta lo que ha pasado y cómo es él ahora, después de su conversión. Y eso hace que los demás lo integren en la comunidad.
¿Por qué me llama la atención este párrafo? Porque creo que va muy unido a la carta de San Juan sobre el mandamiento del amor: los prejuicios no nos dejam amar como el Señor nos amó, los prejuicios nos hacen condenar a alguien sin conocer o creyendo conocerlo por lo que era antes o por lo que me han contado. Y son esos mismos prejuicios los que vamos, muchas veces, sembrando por ahí y no somos capaces de mirar a la persona como la mira el Señor, de descubrir el valor de su corazón e integrarla en la comunidad para que pueda vivir el Don de la Fe y la conversión. Pero tampoco me preocupo de saber si el Señor ha tocado su corazón y ha cambiado, porque ya tengo instalada la frase de que "nadie puede cambiar tanto". La Gracia y la disposición del corazón pueden lograr milagros en la vida de una persona.
Bernabé puso "las manos en el fuego" por Pablo y así pudo ser fiel al mandamiento que el mismo predicaba: el del amor. Sabiendo lo que Juan escribía en sus cartas:
"Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras".
Porque hablar mucho del amor todos pueden, pero vivir el Amor como el que Jesús vivió para con nosotros, no todos quieren, o lo queremos con ciertas personas pero no con las que no son de nuestro agrado.
¿Cómo llego a vivir este Amor? Unido a la Vid Verdadera, por eso mismo nos dijo Jesús:
"Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada".
Somo pequeños e imperfectos, por eso necesitamos, cada día, volver a injertarnos al tronco verdadera, volver a Jesús, a Su Palabra y a su Vida, para que no nos falte la fuerza del Amor para que nuestra vida sea un reflejo de la suya, y así hacer realidad:
"Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos".

sábado, 28 de abril de 2018

La envidia...

Si leemos bien el relato de los Hechos de los apóstoles de hoy vamos a ver una de las causas por las que se produce la envidia en el corazón del hombre y, las consecuencias de dejar que ese pecado avance en el corazón.
"El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo.
Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:
«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles.».
El éxito de los demas produce envidia en los que no saben cómo lograr los mismos resultados, aunque, en realidad Pablo y los apóstoles predicaban la verdad de Jesucristo, un verdad que no querían oír los jefes de los judíos, pues por ellos se había cumplido la Palabra de Dios: dando muerte a Jesús.
Esa envidia les impidió escuchar la Palabra que Pablo les dirigía y, como dice, Pablo se perdieron de gozar de la Salvación que Jesús les traía.
La envidia cierra nuestro corazón y nos impide disfrutar de los bienes que Dios nos quiere regalar por medio de otros hermanos. El apetito de poder y la vanidad hace que sea mi autosuficiencia y mi orgullo los que me impiden escuchar con un corazón abierto, los que me impiden disfrutar de lo que Dios tiene para mí, los que me impiden saber que no soy el único que tiene la verdad, sino que Dios se manifiesta como Él quiere y no como yo quiero y por medio de sus mejores instrumentos que, en este caso, puedo no ser yo.
Y, la envidia no sólo cierra el corazón sino que lo hace actuar de la peor manera, porque lleva al hombre a ir creciendo en el deseo de venganza, en el deseo de "quitar del medio" el motivo de tanto sufrimiento y dolor. Por eso dice el relato:
"Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio".
En realidad se aprecia aquí el lado oculto de la envidia: la cobardía, porque no es el mismo envidioso quien toma la decisión de echar a los discípulos, sino que va sembrando cizaña para conseguir sus propios fines, y, los que aceptan su cizaña se convierten en cómplices de su envidia y rencor, y así no sólo se pierden ellos mismos sino que impiden que otros compartan la Bienes que Dios quiere darles. Así lograron la expulsión de los discípulos de su ciudad.
La envidia es un "bicho muy malo" que va creciendo de a poco en nuestro corazón y produce furtos muy desafortunados, no sólo en nosotros, sino que va destilando mucho rencor y la cizaña que va sembrando, quizás con buenas razones, no se percibe hasta que no vemos el gran error cuando todo está terminado.
"Estos (los discípulos de Jesús) sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo".
Quienes viven en la Verdad no se preocupan de los insultos y las persecuciones, sino que se llenan de alegría por padecer en el nombre del Señor.

viernes, 27 de abril de 2018

En la oscuridad Él es la Paz

"No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí".
Si bien Jesús en este discurso está hablando a los discípulos acerca de la muerte, o mejor dicho, acerca de la vida eterna, me parece que también esta frase nos viene bien para muchos otros momentos de la vida en donde no encontramos respuestas a lo que nos sucede. El misterio y el dolor de la pronta muerte o de la muerte de un ser querido perturba nuestra alma, nos deja esa sensación de vacío, no sólo por no tener a nuestro lado a quien queremos, sino cuando no sabemos qué es lo que pasa luego de la muerte, cuando la luz de la fe no alcanza para iluminar la oscuridad del dolor.
Todo dolor, incertudumbre, desierto del alma o la cruz de cada día, si no le damos el verdadero sentido que tienen siempre nos agobiarán y hasta nos harán perder la fe que teníamos. Por eso Jesús anate la oscuridad del misterio de no saber les dice a los disícuplos: no se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí; porque no siempre encontraremos respuestas en la lógica humana, sino que debemeremos encontrar paz en la sabiduría de Dios.
La lógica humana siempre nos dará alguna respuestas y nos ofrecerá razonamientos intelectuales, pero en muchos casos, no necesitamos nada de eso, o mejor dicho, nada de eso nos dará la paz que nuestro corazón está necesitando, pues esa Paz sóla encontraremos en la confianza en la Providencia Divina. Y no estoy hablando de que encontremos las respuestas que buscamos, sino la Paz que necesitamos, pues hay respuestas que sólo las encontraremos cuando tengamos el encuentro cara a cara con nuestro Señor, en ese momento se nos develarán todas las respuestas que nos quedan sin encontrar, pero mientras tanto hemos de buscar el Camino para la Paz.
Y ¿dónde encuentro el Camino? Él es el Camino, en Jesús encuentro el Camino hacia la Paz, porque Él es nuestra Paz, su Vida es la vida que necesitamos cuando nos sentimos afligidos y agobiados: "venid a mí todos los que estáis afligidos y agobiados y Yo os aliviaré. Cargad con mi yugo que es liviano y mi carga ligera". No permitamos que la oscuridad de los agobios y aflicciones nos impidan llegar a Jesús, sino que cuanto más oscura sean nuestras dudas más esfuerzos hagamos para llegar a Él y alimentarnos con Él.

jueves, 26 de abril de 2018

La sabiduría de los perfectos

"Sabiduría, si hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria".
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) va a llamar la "sabiduría de la Cruz", una sabiduría que no es posible alcanzar con el solo entendimiento humano, ni con la simple comprensión de la lectura de un libro, sino sólo en la contemplación del misterio de la Cruz. Una sabiduría que no sólo da luz al entendimiento del hombre, sino que nos abre a la luz del Espíritu para poder comprender el gran misterio del Amor de Dios por los hombres.
Hoy nos dedicamos, y lo vemos en la práctica cotidiana en los más pequeños, a llenar nuestros días y horas para aprender y para investigar, para estudiar idiomas y para sober cosas que van más allá de la vista, pero no le dedicamos tiempo a la formación del espíritu al poder integrar en nuestra vida cotidiana los misterios de la Fe.
Pero tampoco hay tiempo para que no sólo haya una información del intelecto sino una formación de la persona, porque, como también vemos en la vida diaria, hay jóvenes (y también muchos adultos) que están muy bien informados, con muchos títulos y diplomas, pero que como persona no saben qué hacer con sus vidas.
Cuando San Pablo habla de la sabiduría entre los perfectos se refiere a la sabiduría que llegan a alcanzar los que se han decidido por el camino de la santidad, aquellos que han descubierto el valor del tesoro que llevan dentro del cántaro de barro. Esos perfectos podríamos ser nosotros si nos decidimos a mirar dentro de este cántaro barro que es nuestro persona, y descubrimos el gran tesoro que el Señor nos regaló: una vida santa.
Pues al descubrir la maravilla de la santidad que hay en nuestro interior, no necesitaríamos más que el silencio de la soledad frente a la Cruz para alcanzar la sabiduría que necesitamos para llegar a la plenitud de nuestra vida. Un silencio que se nos torna insoportable cuando no hemos descubierto nada más que vacío dentro de nuestro corazón, un silencio que no nos deja pensar porque nos da vértigo descubrir cuál es la Voluntad de Dios para nuestras vidas, un silencio que nos parece aterrador porque podemos llegar a descubrir el verdadero Camino de la Cruz en nuestras vidas, y nos parece que no tenemos la fuerza suficiente para decir a Dios ¡Sí! hágase Tu Voluntad.
Pero lo más hermoso de todo esto es que si te animas a sumergirte en el silencio de la Cruz, no sólo alcanzarás la sabiduría de los perfectos, sino también el Padre te dará su Espíritu para que puedas ser Fiel a esa Vida que Él mismo te está regalando y te ayudará a vivir.

miércoles, 25 de abril de 2018

Humildad, sobriedad y fraternidad...

"Revestíos todos de humildad en el trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes. Así pues, sed humildes bajo la poderosa mano de Dios, para que él os ensalce en su momento. Descargad en él todo vuestro agobio, porque él cuida de vosotros.
Sed sobrios, velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle, firmes en la fe, sabiendo que vuestra comunidad fraternal en el mundo entero está pasando por los mismos sufrimientos".
Un hermoso párrafo de la carta de San Pedro en donde, por arribita, encontramos tres consejos que nos sirven mucho para nuestra vida cristiana y nuestra vida diaria.
Primeramente nos muestra cómo debemos compartarnos, o mejor dicho, cuál es la mejor virtud a la que debemos anhelar: la humildad en el trato mutuo. Sabemos que las virtudes nos llevan bastante trabajo conseguirlas y, aunque, a veces, nazcamos con alguna de ellas, alcanzar la perfección y la constancia en el misma es un trabajo de todos los días. Y más cuando hablamos de la virtud de la humildad, que, en el día a día, se nos "va gastando" con la impaciencia, o con otras cosas que nos llevan desdes el egoísmo y el rencor a la vanidad y la soberbia. Por eso, San Pedro, nos pide que no nos dejemos agobiar por el día a día, sino que confiemos en la "poderosa mano de Dios", para que Él nos ayude a no dejarnos gobernar por la soberbia, pues es el pecado que más destruye las relaciones personales y comunitarias.
Por otro lado nos habla de cómo está actuando el diablo, nuestro adversario, y no porque seamos nosotros tan valiosos, sino porque llevamos un gran tesoro en nuestras vidas: la relación y la vida en Dios. Satanás no quiere destruirnos a nosotros, sino que no quiere que seamos constructores del Reino de Dios en la tierra, por eso siempre nos ataca por dónde tenemos nuestro punto más flojo y, a veces, más fuerte. Es así que la sobriedad en la vida diaria y la humildad en el trato con los demás, nos llevará a descubrir que sólo con la mirada puesta en el Señor podremos ser Fieles a la Voluntad del Padre y fieles instrumentos en la construcción del Reino.
Y, por último, nos ayuda a ver que formamos parte de una comiunidad fraternal en el mundo entero, no somos una isla aislada del mundo, sino que comos un "Cuerpo Místico", en el que estamos unidos a la Cabeza y todos sufrimos y nos alegramos con lo que uno y todos viven. Por eso, sabemos que no son pocos hermanos nuestros los que sufren estas persecuciones y que nuestra Fidelidad es, también, como la entrega de ellos una fuente de Gracia para poder resistir en los momentos de dudas, crisis y persecuciones.

martes, 24 de abril de 2018

El cristiano...

«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mi. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas".
Los judíos le pedían a Jesús que les dijerá si realmente era el Mesías, y Jesús les responde de esta manera: no son sólo las palabras que Él ha dicho sino también las obras las que dan cuenta de quién es, porque las obras que Él hizo son las que estaban dichas por los Profetas sobre el Mesías que había de venir.
Es lo que también Él quiere que entendamos que si bien nuestras palabras pueden ser muy lindas y exactas de lo que Él ha predicado, son las obras las que revelan la realidad de lo que somos. Sin palabras pero con obras se puede comprender muy bien lo que se quiere predicar, pero las palabras sin obras son vacías, no producen el mismo efecto.
Por eso, en el libro de los Hechos de los apóstoles se dice:
"Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los discípulos fueron llamados cristianos".
La forma en que vivían los apóstoles y los discípulos de Jesús, no sólo predicando sino viviendo, hizo que comenzaran a llamarlos cristianos, es decir otros Cristos, personas que son su presencia y actitud les hacía recordar a esa Cristo que ellos mismos predicaban en las calles y sinagogas.
"Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor".
Bernabé era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, así nos describe Lucas al discípulo de Cristo: no sólo un hombre bueno, sino lleno del Espíritu Santo y de fe, algo que sólo se consigue con una relación constante y personal con el Señor, con el Espíritu, que nos van dando la certeza y nos van fortaleciendo para que hay coherencia entre lo que creemos y lo que vivimos.

lunes, 23 de abril de 2018

Escuchar sólo su Voz

«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
El saltar por otro lado al redil es querer gozar de los Bienes del Señor sin hacer caso a sus Palabras, o querer formar un rebaño con las ovejas del Señor, sin anunciarles la Buena Noticia tal cual es. En este tiempo que vivimos todos queremos gozar de derechos sin tener en cuenta las obligaciones, queremos tener los mejores bienes pagando muy poco precio. Y así como el mundo materialista nos quiere hacer creer que podemos ser millonarios con sólo un 1€ así pretendemos conseguir la vida eterna sin darle nada a Dios, sin vivir lo que Él nos pide en su Palabra.
Y así como hay ovejas que pretenden vivir sin hacer nada, hay pastores que les ofrecen lo que quieren y se transforman así en falsos pastores y ovejas mediocres. Lamentablemte nos pasa a todos que buscamos o queremos vivir en la ley del menor esfuerzo, en todos los ámbitos de la vida, o que otros hagan nuestro trabajo y yo obtener todas las ganancias.
Es así que, en muchos casos, aunque escuchemos la Voz del Buen Pastor pero igual tenemos el oído puesto en otras voces para saber qué nos ofrecen, y por eso vamos variando del Pastor a otros pastores, de la Palabra de Dios a la palabra de los hombres, y creemos que la mezcla de valores religiosos está bien porque hay que ser abiertos y todo eso, pero no estmos atentos a la Voz del Señor que nos pide que sólo escuchemos su Voz, que no nos detengamos a escuchar otras voces que no nos ofrecen lo que Él, y sólo Él nos puede dar: la Vida Verdadera.
«En verdad, en verdad os digo:yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

domingo, 22 de abril de 2018

El pastor y las ovejas

"Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».
En todo momento Jesús sabía que su misión era ser Fiel y Obediente a la Voluntad del Padre, tenía que rescatarnos del pecado y de la muerte gracias a su "obediencias hasta la muerte y muerte de Cruz", y en ese Camino que el Padre le pidió recorrer nos mostró cómo vivir como hijo: "siendo hijo aprendió, sufriendo, a obedecer".
Y es esto lo que Él quiere mostrarnos con la imagen del Buen Pastor y de las ovejas, pero sabe que, a diferencia de las ovejas, necesitamos razones para obedecer, necesitamos tener respuestas frente a las exigencias del evangelio, por eso, Él mismo se hace no sólo oveja, sino Cordero de Dios para que nosotros, no nos creamos que, por creernos inteligentes podemos saber más que el Padre, pues Él siendo Dios se anonadó a sí mismo y tomando nuestra condición humana nos enseñó a vivir.
Es por eso que, cuando Jesús nos enseña en parábolas hace una gran diferencia entre la oveja y el hijo, una diferencia que (aunque muchas veces la he repetido, lo sigo haciendo) la tenemos que tener muy en cuenta siempre: cuando habla de la oveja perdida dice que el Pastor sale a buscarla, pero cuando habla del hijo que se va de la casa parterna dice que el padre siempre está esperando su regreso.
¿Cuál es la diferencia? El hijo tiene libertad e intiligencia para optar, la oveja actúa por instinto. Así como el hijo tiene libertad e inteligencia para irse, también la tiene que tener para reconocer su error y regresar, si quiere. Por eso el Padre no sale a buscar al hijo, sino que espera su regreso.
Jesús, el Buen Pastor, quiere no sólo mostrarnos el Camino sino que, constantemente, nos está hablando para que no perdamos el Camino, por eso, si escuchamos siempre su Voz no nos perderemos sino que, a pesar de lo que nos cueste seguirlo, siempre andaremos por sus huellas.

sábado, 21 de abril de 2018

Son duras Tus Palabras

Cuando algo no comprendemos de Dios, cuando no entendemos sus Palabras o cuando no queremos entender lo que nos pide, nos surge, como a los paisanos de Jesús:
"En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Es lògico que cuando no entendamos algo, no sólo de Dios, sino de cualquier persona también nos surjan pensamiento de esta índole, pero siempre tenemos que intentar ponernos a reflexionar y a pensar qué es lo que ha querido decir, darnos cuenta que las palabras del Señor van más allá de nuestra propia lógica o de nuestro propio intelecto.
Cuando Jesús habla, nos habla desde un plano sobrenatural, con palabras que podamos llegar a entender pero, quizás, no a comprender. Y, muchas veces, nos pedirá cosas que creamos que no podemos llegar a vivir, porque, ciertamente, no confía en nuestras fuerzas sino en nuestra disposición y en Su Gracia.
Se nos hacen duras las palabras cuando sólo las escuchamos desde lo mundano y lo humano, y no desde lo divino y sobrenatural, pues aunque sean palabras humanaas es la Voluntad de Dios lo que están expresando y por eso tengo que hacer un proceso de comprensión desde la oración.
"Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, hay algunos de vosotros que no creen».
Por eso no os preocupéis si alguna vez os escandalizan las palabras de Jesús, pues Él eso lo da por seguro, pero no dejemos de buscar entenderlas, no dejemos de buscar, en la oración poder comprenderlas y aceptarlas, pues sus palabras son Espíritu y Vida, y lo que Él busca es darnos vida y Vida Verdadera, pues "no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva".
Así usará con nosotros, muchas veces, palabras muy duras que no sólo no las entendamos, sino que entendiéndolas nos hagan mucho daño al corazón y nos produzcan dolor de alma, pues nos dirá cosas que no nos gustarán y nos pedirá mucho más de lo que nosotros queramos dar. Pero siempre será su Gracia la que nos fortalecerá y nos llevará hacia dónde Él sabe que es nuestro mejor lugar y donde está la Verdadera Vida.

viernes, 20 de abril de 2018

Llama a quien Él quiere

En la vocación de San Pablo, se produce este diálogo entre Ananías, discípulo de Cristo, y Jesús:
El Señor le dijo:
«Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista».
Ananías contestó:
«Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre».
El Señor le dijo:
«Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».
Lo reproduzco todo porque siempre hablamos de la conversión de los pecadores, y es por lo que rezamos habitualmente, pero, en el fondo, muchas veces, no creemos que los pecadores se conviertan o, cuando se convierten ponemos trabas para que puedan vivir a nuestro lado sin tenerles en cuenta su anterior pecado. Incluso, a nosotros mismos nos recordamos que somos pecadores y, hasta nos castigamos más que lo que lo hace el Señor.
Si Ananías se hubiera negado a ir a bautizar a Saulo, quizás se hubiera perdido un gran apóstol dentro de la Iglesia.
Es lógico que los pensamientos y juicios sobre una persona salgan a la luz cuando me tenga que encontrar con ella o cuando la vea a mi lado en misa, pero tengo que dejar que el Señor actúe como a Él le de la gana, pues Él es quien conoce el corazón de cada hombre y sabe cuál es su poder para convertir el corazón.
No fue Ananías quien logró la conversión de Saulo en Pablo, sino Jesús que le tocó el corazón y pasó de perseguidor de los cristianos a ser el Apóstol Pablo.
Esto nos hace pensar mucho en nuestro viviir diario, o mejor dicho, en nuestro prejuicios diarios sobre las personas que nos rodean. Es cierto que todos somos pecadores y que no estamos libres de caer, pero no dejemos que por eso impidamos al Señor que convierta los corazones, aunque la conversión lleve tiempo para hacerse realidad. Debemos abrir nuestra vida de fe a los que el Señor pone a nuestro lado sin ponerle trabas a su actuar por medio de nosotros, porque no sabemos qué es lo que Él quiere con tal o cual persona, e incluso conmigo mismo.
No dejemos que el pecado nos impida ser instrumentos en manos del Señor, ya sea para que nosotros seamos buenos instrumentos en sus Manos o para que Él pueda hacer de nosotros mejores instrumentos y más santos pues Él tiene el poder y la Gracia para transformar y transformarnos.

jueves, 19 de abril de 2018

Libres para el Espíritu

Hay dos cosas que nos ayudan a pensar en nuestra vida de apóstoles, de las que narra este pasaje de los hechos de los apóstoles, hablando de Felipe. Nos muestra la disponibilidad de Felipe al Espíritu Santo, porque todo apóstol no se deja llevar por sus propios deseos sino que libre de sí mismo es conducido por los impulsos del Espíritu que dirige su camino. Asi, es como no hay probabilidad de que la obra que realice sea suya o que lo que haga le pueda hacer caer en la vanidad y el orgullo (aunque nunca estamos totalmente libres de estos pecados)
Por eso es necesario que siempre tengamos en cuenta que cuando hemos respondido al llamado de Jesús (y no estoy hablando de sacerdotes y religiosos, solamente, sino de todo cristiano) tenemos que tener el corazón libre de nosotros mismos, para poder no sólo escuchar al Espíritu que habita en nosotros, sino poder obedecer a sus impulsos pues son los que nos ayudan a ser Fieles a la Voluntad de Dios.
Así fue cómo por el Espíritu Felipe salió a los camino y se encontró con este Eunuco y esuchándolo pudo anunciarle la Buena Nueva de Jesús. Y ese es el otro aspecto que nos muestra esta lectura: al estar con el corazón libre de todo prejuicio, no tuvo problemas, Felipe, en entrar en conversación con esta persona y poder anunciarle lo que el Señor la había enseñado.
Nosotros no siempre anunciamos lo que creemos, muchas veces, tenemos miedo o vergüenza de anunciar la Buena Noticia. Nos dedicamos más a hablar de todo un poco pero no de dar a conocer lo que creemos, lo que sentimos en orden a la Fe, a la vida de fe.
Alguna vez alguien dijo sobre esta página de facebook: "¿por qué Fabián escribe reflexiones sobre la fe? ¡Yo no lo sigo más!". Cada uno es libre de leer lo que quiera y lo que no, para eso somos libres. Pero ¿por qué no voy a poder expresar libremente la Buena Noticia por donde voy? Y esto nos pasa a todos. Aún tenemos miedo de hablar de las cosas de Dios, de dar a conocer la Verdad del Evangelio, y, muchas veces, acusamos a los que tienen el valor de hacerlo de que son faltos de tacto o de que no había que decir tal o cual cosa. Si somos apóstoles hemos de ser Fieles a Dios y no a los hombres, y, como dice San Pablo, "anunciar la Palabra a tiempo y fuera de tiempo", pues así como las tinieblas y la mentira no tienen tiempo para ser anunciadas, ¿por qué nosotros tenemos que tener un tiempo y un lugar para anunciar lo que creemos?

miércoles, 18 de abril de 2018

Se llenó de alegría

"La ciudad se llenó de alegría", termina así el párrafo de los Hechos de los apóstoles, al hablar de la misión de Felipe en Samaría, contando cómo la gente lo escuchaba y veía los signos (milagros) que hacía. Esta frase me hizo acordar a una película (que por lo menos así se llamaba en argentina): "la ciudad de la alegría", que estaba basada en los misioneros de Calcuta, una ciudad donde la pobreza y la enfermedad, era lo que más se mostraba, y en medio de ella la vida de los misioneros. Se podría decir o pensar que llamarle "ciudad de la alegría" era una burla o una mentira, pero la ciudad tenía la alegría del misionero, la entrega de esas pesonas que con el corazón llenos del Amor de Cristo, llevan la alegría del Evangelio a quienes están sufriendo en su corazón y en su alma.
Si pensamos que los milagros que pedimos son los que nos van a dar alegría... sí es cierto que un milagro nos puede dar alegría, un momento, pero después volvemos a ser humanos imperfectos y la enfermedad y la muerte van a volver a nuestras vidas, a nuestra familia, a nuestro alrdedor. Es cierto que podemos alegrarnos cuando alguien se sana de una gran enfermedad, o cuando se puede evitar una catástrofe, pero eso es algo momentáneo, no dura para toda la eternidad.
Por eso la alegría no está en que logremos que Dios haga el milagro, sino en que tengamos la suficiente fuerza para aceptar lo que nos toca vivir. Que no sea lo que estamos viviendo en ese momento lo que nos quite la alegría, el gozo de la Fe, sino que sea la Fe la que nos ayude a mantener la esperanza puesta en el Amor de Dios por nosotros que, aunque parezca que no nos escucha o no nos quiere (como a veces decimos) Él siempre está a nuestro lado. Sino miremos el Camino de la Cruz de Jesús, si bien Él también lo sufrió y sintió la soledad de la Cruz, pero nunca dejó de tener la mirada puesta en Su Padre, y por eso, la Cruz no fue el final del Camino sino que es un parte del Camino, que nos lleva a la resurrección.
Así, la alegría nace de la Fe que nos da la Promesa del Padre, se mantiene con la Esperanza que nos trajo el Hijo con su resurrección de entre los muertos, y alimenta nuestro Amor y nuestra alegría con el Pan de la Vida que nos da en cada Eucaristía. Este es el verdadero Plan que tenemos que vivir cada día: encontrarnos con el Padre y el Hijo, en su Palabra y en el Pan de la Vida que alimentan nuestra Fe, Esperanza y Caridad para que el gozo y la alegría de sabernos amados, elegidos y consagrados como hijos en el Amor, nos ayuden a llevar ese mismo gozo a todas partes, pues ese Gozo es el que será eterno y ayudará a aliviar los dolores del alma.

martes, 17 de abril de 2018

Cantad un cántico nuevo

De los sermones de san Agustín
 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Se nos exhorta a cantar al Señor un cántico nuevo. El hombre nuevo sabe lo que significa este cántico nuevo. Un cántico es expresión de alegría y, considerándolo con más atención, es una expresión de amor. Por esto, el que es capaz de amar la vida nueva es capaz de cantar el cántico nuevo. Debemos, pues, conocer en qué consiste esta vida nueva, para que podamos cantar el cántico nuevo. Todo, en efecto, está relacionado con el único reino, el hombre nuevo, el cántico nuevo, el Testamento nuevo. Por ello el hombre nuevo debe cantar el cántico nuevo porque pertenece al Testamento nuevo.
    Nadie hay que no ame, pero lo que interesa es cuál sea el objeto de su amor. No se nos dice que no amemos, sino que elijamos a quien amar. Pero, ¿cómo podremos elegir, si antes no somos nosotros elegidos? Porque, para amar, primero tenemos que ser amados. Oíd lo que dice el apóstol Juan: Él nos amó primero. Si buscamos de dónde le viene al hombre el poder amar a Dios, la única razón que encontramos es porque Dios lo amó primero. Se dio a sí mismo como objeto de nuestro amor y nos dio el poder amarlo. El apóstol Pablo nos enseña de manera aún más clara cómo Dios nos ha dado el poder amarlo: El amor de Dios -dice- ha sido derramado en nuestros corazones. ¿Por quién ha sido derramado? ¿Por nosotros, quizá? No, ciertamente. ¿Por quién, pues? Por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
    Teniendo, pues, tan gran motivo de confianza, amemos a Dios con el amor que de él procede. Oíd con qué claridad expresa san Juan esta idea: Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. Sería poco decir: El amor es de Dios. Y ¿quién de nosotros se atrevería a decir lo que el evangelista afirma: Dios es amor? Él lo afirma porque sabe lo que posee.
    Dios se nos ofrece en posesión. Él mismo clama hacia nosotros: «Amadme y me poseeréis, porque no podéis amarme si no me poseéis.»

lunes, 16 de abril de 2018

Linaje escogido

Comentario de San Beda el Venerable

    Vosotros sois linaje escogido. sacerdocio regio. Este título honorífico fue dado en otro tiempo por Moisés al antiguo pueblo de Dios, y ahora con toda razón lo da el apóstol Pedro a los gentiles, porque han creído en Cristo, el cual, como piedra angular, ha reunido a todos los hombres para que tengan parte en aquella salvación que era antes exclusiva del pueblo de Israel.
    Los llama linaje escogido a causa de su fe, para distinguirlos de aquellos otros que, al desechar al que es la piedra viva, se han hecho ellos mismos dignos de ser desechados.
    Los llama también sacerdocio regio, porque están unidos al cuerpo de aquel que es el rey supremo y sacerdote verdadero, que, en su calidad de rey, da el reino a los suyos y, en su calidad de pontífice, limpia los pecados de ellos con la oblación de su propia sangre. Les da el nombre de sacerdocio regio, para que no olviden la esperanza del reino perpetuo y la obligación que tienen de ofrecer continuamente a Dios el sacrificio de una conducta inmaculada.
    Son llamados también nación santa y pueblo adquirido, de conformidad con lo que dice el apóstol Pablo, explicando la afirmación del profeta: «El justo vivirá por la fe, pero si vuelve atrás no pondré más en él mi complacencia.» Nosotros no somos de los que se vuelven atrás para su perdición, sino hombres de fe que vamos hacia la salvación de nuestras almas. Y dice también en los Hechos de los apóstoles: El Espíritu Santo os ha constituido como pastores de la Iglesia de Dios. que él adquirió con la sangre de su Hijo. Así, pues, por la sangre de nuestro Redentor hemos sido hechos pueblo adquirido, como lo era en otro tiempo el pueblo de Israel, redimido de Egipto por la sangre del cordero.
    Por esto en el versículo siguiente, reflexionando también sobre el sentido figurativo de la historia de Israel, enseña cómo obtiene su perfecto cumplimiento en el nuevo pueblo de Dios, diciendo: Para proclamar sus hazañas. Pues, del mismo modo que los israelitas, liberados por Moisés de la esclavitud de Egipto, después del paso del mar Rojo y del hundimiento del ejército del Faraón, cantaron al Señor un himno triunfal, también nosotros, después de haber recibido en el bautismo el perdón de los pecados, debemos tributar a Dios una digna acción de gracias por estos beneficios espirituales.
    Porque los egipcios, que afligían al pueblo de Dios y que por eso eran como un símbolo de las tinieblas y de la tribulación, significan adecuadamente los pecados que nos perseguían, pero que fueron borrados por el bautismo. También la liberación de los hijos de Israel y su conducción hacia la patria en otro tiempo prometida, concuerda con el misterio de nuestra redención, por la cual tendemos, mediante la iluminación y la guía de la gracia de Cristo, hacia la luz de la morada celestial; de esta luz de la gracia era también símbolo aquella nube y columna de fuego que durante todo el camino los defendió de las tinieblas de la noche y los llevó, por un sendero inefable, hasta la posesión de la tierra prometida

domingo, 15 de abril de 2018

Reconocernos para ser

"Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis.
Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero".
A veces se nos ocurre pensar ¡¿por qué Dios siempre nos hace ver nuestro pecado?! ¿Quiere siempre hacer ver que no somos tan buenos, que somos malos? Cuando escuchamos estas palabras acerca de nuestro pecado, cabe la posiblidad, que nos cerremos en el corazón y no comprendamos el por qué Dios siempre nos habla de nuestro pecado, de nuestra realidad de pecadores. Y, en verdad, esa es nuestra realidad: somos hijos de Dios pero en nuestra carne aún vive la espina del pecado, y por eso "no siempre hacemos lo que debemos sino lo que no queremos" (y en algunos casos sí queremos el pecado)
Por eso Jesús, como a los apóstoles hoy, nos dice:
"Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras". El Padre no quiere poner frente a nuestros ojos nuestra débil realidad de pecadores porque le gusta hacernos doler con esa realidad, no porque le guste dejarnos siempre tirados en el barro de nuestra miseria, sino porque quiere que a partir de esa realidad nos demos cuenta que podemos llegar a ser santos, a alcanzar la plenitud del espíritu que nos dio Jesús.
Es decir, siempre tenemos la posibilidad de caer en nuestro pecado, siempre tenemos la oportunidad para dejar de lado el Amor de Dios y hacer lo que queramos; pero de la misma manera tenemos la posibilidad de mirar hacia arriba y buscar el perdón y la fuerza para poder crecer en santidad, para fortalecer nuestra debilidad con la Gracia del Espíritu, porque con esa Gracia podremos alcanzar lo que el Padre sueña de nosotros: la verdadera plenitud del ser, de nuestra vida, de nuestro ser hijos de Dios, de nuestro ser varón o mujer, de alcanzar la plenitud de ser Hombres.
El pecado, la tiniebla que el mundo va sembrando en nuestro corazón nos hace alejar, cada día, un poco más de Dios y, por lo tanto, de la plenitud de nuestro ser hijos de Dios. Por eso el Padre, que nos Ama tanto que envió a su Unigénito al mundo para salvarnos, nos ayuda a descubrir nuestro error y nos da la Gracia necesaria y suficiente para que podamos converitr nuestro caminar y alcanzar la meta verdadera, alcanzar la verdadera felicidad.
Por eso, descubrir nuestra realidad de pecadores y aceptar que hemos pecado no es una desgracia para nosotros, sino una Gracia que nos devuelve la oportunidad de volver a encontrar el Camino que nos conduce a la Vida. Y así cuando nos reconciliemos con el Padre, con nuestros hermanos y con nosotros mismos, recuperaremos la Verdadera Paz y la Alegría que le darán a nuestra vida el verdadero brillo de la Luz del Espíritu que habita en nosotros.

sábado, 14 de abril de 2018

Libro de quejas

"En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas".
¿Podemos quejarnos de lo que nos duele o pasa? ¿Podemos levantar quejas hacia Dios o al Padre o Jesús? Claro que sí, podemos elevar a Dios nuestros dolores, nuestras penas, nuestros sinsabores de cada día. No debemos callarnos ante lo que nos duele o pasa. Es el Padre el único capaz de escuchar nuestra súplicas, y es el único que puede darnos una solución a lo que nos viene por delante. Las quejas de los "de lengua griega a los de lengua hebrea" (se habla aquí de los discípulos de Jesús) trajo aparejado que se viera esa necesidad y se creara el Orden de los Diáconos, aquellos que sirven desde la Mesa del Señor.
También es cierto que, muchas veces, nuestras quejas no son del todo razonables o Dios no nos da lo que realmente pedimos para solucionar nuestros problemas. Pero si nos abrimos a la Luz de su Espíritu seguramente vamos a poder ver con más claridad lo que nos sucede y el por qué nos sucede.
En algún momento nos hemos sumergido tanto en nuestro propio dolor y problema que no hemos podido encontrar o no hemos querido encontrar el Camino hacia la Luz. Porque cuando no podemos elevar nuestra mirada de nuestra propia oscuridad nunca alcanzaremos a ver la Luz, solo veremos y lloraremos por nuestras cosas y nuestros dolores, siendo que si levantamos la mirada vamos a poder contemplar otras realidades, incluso en nuestra propia vida y familia, que están queriendo ayudarme a ver, que quieren ayudarme a encontrar el camino. Pero como estoy cerrado a ese camino nunca lo encontraré.
Es lógico que no siempre tenga las respuestas que quiero, pero seguro que tendré las que necesito, pues el Espíritu que está en mí sabe lo que necesito, y para eso está la Gracia del Señor que vendrá a mí cuando tenga el corazón dispuesto a dejarme conducir por Su Mano. Quizás nos parezca algo irreal o terrible, quizás cuando veamos lo que Dios nos está pidiendo tengamos miedo como los apóstoles en la barca "que les pareció ver un fantasma y se austaron", pero Jesús siempre nos tenderá una Mano y nos volverá a recordar: "no tengas miedo, soy Yo". Y si lo reconocemos y reconocemos que necesitamos de su Presencia en nuestras vidas, Él subirá conmigo para guiar mi Camino hacia la Vida Verdadera, hacia la Luz.

viernes, 13 de abril de 2018

Querian hacerlo rey

"La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
- «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo".
¿Por qué le veían como el Gran Profeta a Jesús? ¿Por qué querían proclamarlo rey? No hace falta pensarlo mucho: por los signos que hacía: sanaba enfermos, multiplicaba el pan y los pescados, daba vista a los ciegos, resucitaba a los muertos ¿quién no quiere un rey así? Si con un rey así tenemos todo solucionado.
Cuando miramos la vida desde lo meramente humano siempre buscamos las soluciones rápidas y fáciles: que nos hagan las cosas y que nos den lo que queremos, es lo que más deseamos: una vida fácil y feliz. Pero cuando miramos nuestra propia vida nos encotramos con que la vida no es fácil ni feliz, y que nada nos traen hecho ni gratis, sino que todo cuesta, no sólo en dinero sino en esfuerzo, y, muchas veces, lo que conseguimos no es lo que desamos ni lo que queremos.
Si miramos un poco en profundidad estamos creando una generación que mira sólo lo humano y con ese mismo sentido: quiero tener lo que deseo y que sea ya, y si no me gusta lo tiro y busco algo mejor o, mejor dicho, pido algo mejor. Y dentro de esa generación estamos, también, nosotros pues no nos conformamos con lo que tenemos sino que siempre esperamos más y exigimos más, pero, muchas veces, no damos nada a cambio.
"Con doscientos denario no se puede comprar pan sufiiciente para tanta gente", dijo Felipe. "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es eso para tantos?", dijo Andrés.
Cuando el Señor nos muestra una necesidad de la gente no es para que seamos nosotros quienes la cubramos o saciemos, sino que, por lo menos, seamos quienes busquen una solución y no otro problema, pero sabiendo que la solución no está en nuestras manos, sino que la disposición está en nuestras manos: "te entrego lo que tengo y lo que soy", nada más, para que hagas Tu Voluntad.
Si lo que somos y lo que tenemos lo miramos desde el Corazón de Jesús, vamos a descubrir que sólo Él puede hacer grandes cosas con lo poco y lo pequeño que soy, que yo no tengo ni la Gracia, ni la Fuerza ni el poder de modificar o purificarme para ser lo que sueño.
Y también hay otro aspecto que en este final de evangelio me llama la atención: "Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo".
¿Por que se fue solo? No quería que nadie se interpusiera entre Él y la Voluntad del Padre. A veces el aplauso del mundo puede hacernos perder el rumbo que el Padre quiere para nosotros. Las luces de la fama y de los aplausos pueden hacernos crecer en vanidad y soberbia y nos olvidamos que nuestra vida es del Padre, y por eso necesitamos la soledad de la oración, del encuentro con el Padre para volver a nuestra realidad, para no desviarnos de lo que el Padre quiere para mí.

jueves, 12 de abril de 2018

Escuchar sin miedo a Dios

Hoy San Pedro le da una cátedra a los sanedritas acerca de la obediencia:
"hay que obedecer a Dios antes que a los hombres", le dice a quienes, supuestamente, tienen que obedecer a Dios y no a sí mismos, ni tan siquiera a otros hombres, sino sólo a Dios. Pero, muchas veces, en el caso de los sanedritas (y como nos suele suceder a nosotros, también) no escuchamos la Voz de Dios, porque estamos muy ofuscados o enrollados sobre nosotros mismos.
Y ahí es donde comienza el camino de la obediencia: "quien quiera venir en pos de mí niéguese a sí mismo", nos pedía Jesús. Porque no se puede obedecer a alguien si no se le escucha, si no se le abre el corazón para que lo que me está diciendo sea aprehendido realmente por mí. Por que, seguramente nos pasa, hay días en que "nos entra por una oreja y nos sale por otra", bueno no sólo días, sino con algunas personas nos suele pasar así.
Y es ahí donde tenemos que aprender a renunciar a nosotros mismos en dos relaciones: en las relaciones con Dios, por supuesto, y en las relaciones con aquellos que realmente quieren acompañarme y ayudarme en el camino de la santidad.
Con Dios nos suele suceder que le decimos muchas cosas, pero poco tiempo le dedicamos al silencio para que Él nos hable. O también es el caso que leemos Su Palabra como quien lee el periódico de la mañana sabiendo que las noticias siempre serán las mismas, a no ser que haya ocurrido alguna catastrofe o haya perdido mi equipo favorito. Pero sino van pasando las palabras de la Sagrada Escritura como las letras del telediario que las leo pero nunca me acuerdo lo que dicen. Por eso es necesario darle tiempo al Señor para que me hable al corazón.
Y lo mismo, o parecido, nos puede suceder con quienes quieren acompañarnos a ser santos. Nos ponemos a hablar entre nosotros pero no hablamos de las cosas de Dios, sino de las cosas de los hombres, y sobre todo de lo que hacen o dicen aquellos que nos interesa para poder criticar o "repasar" sus vidas (como dicen por aquí) (que es en definitiva un criticar las vidas de los demás, un chusmerío)
¿Por qué no hablamos de las cosas de Dios cuando nos encontramos? Porque, a veces, no sabemos cómo hacerlo. No sabemos cómo hablar de nuestra vida de oración, de nuestro interior, de lo que pasa, de lo que me gusta. Nos da miedo pedir consejos porque no se si lo que me van a decir me va a gustar o no, y por eso mejor no pregunto, porque al preguntar me comprometo a tener que hacer lo que me digan... Todo porque no renuncio a mí mismo.
Y Dios viene y me dice: "no tengaís miedo", y se en el fondo de mi corazón que la obediencia a Dios es el Camino que Jesús recorrió y que me ha invitado a recorrer con Él para alcanzar la Bienaventuranza, para alcanzar la felicidad que llega de la mano de la santidad para quienes hemos decidido responderle a Dios: queremos segurite, pero que en el camino aflojamos y no lo escuchamos.
Por eso, no dudes en tu día a día de abrir los oídos y el corazón a la Palabra de Dios, pues es Él el Único Camino que nos da la Paz para una Vida en santidad, y nos fortalece con su Espíritu para ser Fieles a la Vida que nos promete vivir.

miércoles, 11 de abril de 2018

Luz en las tinieblas

"Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios".
Muchas veces, quizás, nos hemos preguntado el por qué el mundo quiere hacer desaparecer a los cristinos y a la Iglesia, un comienzo de esa respuesta la tenemos en la Palabra de Jesús: quienes andan en tinieblas no buscan la luz, o mejor, a quienes les gusta caminar en tinieblas y sembrar oscuridad y confusión no quieren que la Luz brille.
Aunque también eso nos pasa a nosotros, muchas veces, cuando sabemos que no queremos hacer la Voluntad de Dios, cuando creemos que la Voluntad de Dios no es lo que nosotros queremos, entonces nos alejamos de Dios o nos escondemos detrás de argumentos fáciles y mundanos para hacernos creer que la Voluntad de Dios no es para nosotros, o que ese Camino que Dios quiere que recorra no es para mí.
En cambio, cuando, verdaderamente, queremos recorrer el camino de la santidad intentamos estar, cada día, más cerca del Señor, más cerca de la Luz. Por eso, cada día, descubrimos más fallas en nuestras vidas, más defectos, e, incluso, nos sentimos más pecadores, y no es porque lo seamos cada día más, sino que cada día estamos más cerca de la Luz y del Amor, y por eso descubrimos más nuestras imperfecciones.
Por eso, cada vez que nos sentimos más débiles es cuando más recurrimos a nuestro Dios y Señor, pues sabemos que sólo Él es capaz de fortalecernos en nuestra debilidad, es el Única que puede purificar mi alma y mi corazón, es Quien me da la Vida que el pecado va consumiendo y me renueva, me hace revivir con su Gracia para que siga recorriendo el Camino que Él ha pensado para mí.
Y así, cada día, Él se presenta ante mí y me vuelve a recordar: "no temas, yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" y "sin Mí no podéis hacer nada", pues ha sido Él quien nos ha elegido para ser Luz en el mundo, para poder mostrar, dentro de las tinieblas, el Camino hacia la Luz y por eso no tenemos que tener ningún miedo, sino crecer en la confianza en Aquél que nos ha llamado y nos ha elegido desde antes de la creación del mundo para ser santos e irreprochables en su presencia por el Amor.
Por eso, porque Él nos da su Luz y nosotros la llevamos al mundo para vencer a las tinieblas, entonces el mundo nos odia, porque no quiere descubrir su maldad, no quiere descubrir su pecado. Pero sabemos que es nuestra misión y que para ello contamos con la Gracia santificante que nos regala el Señor.

martes, 10 de abril de 2018

Dejarnos conducir

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
Cada día, como hoy, al despertar elegimos como nacer: si nacemos del Espíritu o nacemos del mundo, pues la disposición de nuestro corazón a ser Fieles al Señor comienza cuando comenzamos a vivir el nuevo día.
Es claro que Jesús le hablaba aquí, a Nicodemo, del nacimiento bautismal, pero como ya hemos sido bautizados, el Espíritu está en nosotros y a nosotros quiere ayudarnos a ser Fieles a la Voluntad de Dios, pero si no le dejamos actuar, si no nos ponemos a su disposición o no nos acordamos de cómo tenemos que vivir...
Por eso, cuando sólo nos acordamos del Espíritu cuando lo necesitamos entonces no estamos siendo Fieles a la Voluntad de Dios, porque no nos hemos conducido por Él, sino que hemos vivido haciendo nuestra voluntad. Y por eso, el Señor nos decía una vez: "por los frutos los conoceréis".
En nuestra vida se ve con claridad cuándo nos hemos dejado llevar por el Espíritu Santo y cuándo no, porque los frutos del Espíritu son claros y evidentes: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad.
Cuando alguno de ellos va faltando en nuestro día a día es porque no hemos dejado paso al Espíritu para que nos guíe, para que nos fortalezca, para que nos ilumine el Camino en la Voluntad de Dios, y todo lo hemos realizado porque queríamos o por nuestra propia fortaleza.
Muchas veces, seguramente, nos dará miedo dejarnos llevar por el Espíritu, porque no sabemos qué es lo que nos va a mostrar o qué nos va a pedir el Padre, pero si realmente lo hemos conocido y sabemos Quién es el Padre Todopoderoso en quién he puesto mi confianza, entonces no temeré, pues se qué lo único que me va a pedir vivir es lo que me conduzca a una vida en santidad, y para vivirlo me va a colmar con su Gracia para que pueda llevar adelante todo lo que Él me pida.
No temamos el soplo del Espíritu, sino temamos más bien a dónde me puede llevar mi propia voluntad que, seguramente no me dará la perfecta felicidad que el Señor tiene pensada para mí, sino que me hará sentir placer mundanos que nada tienen en comparación con los gozos del Espíritu.
Que el Salmo de hoy nos haga perder el miedo al Espíritu y nos de la fortaleza necesaria para dejarnos conducir:
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.

lunes, 9 de abril de 2018

Sin miedo para hacer Tu Voluntad

El día de la Anunciación es un momento cautivante, por lo menos para mí, dentro de la historia de la salvación. Quizás porque imagino el momento, a los personajes, pero más cuando la imagino a María, la pequeña María, en ese breve diálogo con el Ángel, pero escuchando entre temblorosa y gozosa las palabra que le dirige Dios por medio del Ángel Gabriel. Es un momento de mucha ternura, nostalgia y no sé que más, porque no me salen las palabras, pero a la vez es un momento de suma importancia para la Historia de la Salvación. Porque todos están expectantes de ese momento, el momento del Sí de María, para que se haga realidad la Encarnación del Hijo Único de Dios.
Pero también es un momento cautivante porque ese mismo momento lo podemos llegar a vivir cada uno de nosotros cuando estamos en oración. Porque así como el Ángel vino a la presencia de María, María viene a nuestro encuentro, lo mismo que el Señor o el Espíritu cuando nos ponemos en oración para conocer la Voluntad del Padre. Ese diálogo entre María y el Ángel es el comienzo de una nueva etapa en la Historia de la Salvación, y nos abre a nosotroso la posibilidad de saber que ese mismo Espíritu que cubrió con su sombra a María, es el mismo Espíritu que fue infundido en nosotros el día de nuestro bautismo. Y es esa Gracia la que también celebramos este día: por el Sí de María el Hijo se hizo Hombre y nos devolvió la Gracia de ser hijos de Dios, por el Espíritu Santo que nos concedió.
Y volved a mirar la escena: María está turbada ante la llegada del Ángel, y lo primero que él le dice es: ¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!. Nos ayuda a descubrir que no tenemos que temer cuando el Señor viene a nosotros a pedirnos algo, a mostrarnos su Voluntad, sino que cuando Él quiere que aceptemos un nuevo Camino, que descubramos un nuevo sentido en nuestras vidas, cuando nos quiere mostrar el Camino de nuestra vocación, no debemos temer porque su Gracia está con nosotros. Él siempre tiene dispuesto para sus elegidos todo lo necesario para que vivan su Voluntad.
Y así la alegría del encuentro, el gozo del diálogo en la oración se hace fuerte y esperanzador, pues es el Padre quien con su Espíritu nos ayuda a dar los pasos para aceptar su Voluntad.
¿Cómo puedo hacer tal o cual cosa? No te preocupes pues el Espiritu Santo te cubrirá con su sombra... Serás lleno del Espíritu para poder vivir en fidelidad, pues para Dios no hay nada imposible, cuando se busca Su Voluntad. Y eso no sólo nos enseñó María, sino que también Jesús nos lo enseñó con su vida, como dice la carta a los Hebreos:
"Primero dice: «Tú no quisiste ni sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley. Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo".
No bastan sacrificios externos o de vez en cuando, sino que lo que necesitamos es vivir para hacer la Voluntad del Padre, como lo rezamos cada día: hágase Tu Voluntad aquí en la Tierra como en el Cielo.

domingo, 8 de abril de 2018

La Misericordia Divina se hace en vida en nosotros

Domingo de la Divina Misericordia. No es un domingo especial. Es un domingo más, en donde la Pascua se hace vida y nos llama a meditar en un aspecto esencial de Nuestro Padre Celestial y de Nuestro Señor Jesucristo: el Amor, pues la misericordia es ese Corazón Amoroso que sufre y mira el dolor del corazón del hombre, un dolor que se hace cada día más intenso como intensos son los pecados de los hombres, nuestros pecados. Pero sabemos que Él llevó sobre sus Hombros nuestros pecados y los cargó hasta la muerte y muerte de Cruz. Y en la Cruz, por la lanza que le trapasó el costado, hizo brotar Su Sangre y Su Agua que nos purificó y nos redimió para que buscáramos siempre los brazos abiertos del Padre en el Sacramento de la Reconciliación.
En este Domingo la MIsericordia se expresa en el Perdón de Dios hacia nosotros, pues conociendo el Hijo nuestra debilidad, nos dejó su perdón en las manos de los Apóstoles, y ellos lo fueron dejando en las manos de sus sucesores. Así el Sacramento de la Reconciliación que recibimos cada vez que nos confesamos nos habla de la misericordia de Dios, de la grandeza del Amor del Padre y del Hijo por nosotros.
Pero esta misericordia no tiene sentido si no la vivimos en el día a día con nuestros hermanos, porque "quien dice que ama a Dios a quien no ve y no ama a su hermano a quien ve, es un mentiroso", nos dice San Juan en su carta. Claro que esto no fue ocurrencia de San Juan, sino que Él lo dedujo del mandamiento del Amor y de las enseñanzas que Jesús nos dejó como Testamento espritual en la Última Cena: "amaos unos a otros como Yo os he amado", "en esto conocerán que sois mis discípulos: en como os améis unos a otros", "si amaís a quien os ama qué haceis de nuevo, eso también lo hacen los paganos, por eso yo os digo: amad a vuestros enemigos, rezad por quienes os persiguen...".
Y así lo vivieron en las Primeras Comunidades cristianas donde el vivir el Amor que los hacía Comunidad, no era una simple palabra, sino que era la expresión de un vida entregada en Amor a la Voluntad de Dios. Y ese vivir en Comunidad era poner todo en común para que a nadie le faltara nada para ser fieles a Dios.
Es por eso que nuestra Fe no se "ve" en las palabras que decimos, sino que se expresa en las obras que hacemos, obras que son amores y que nos demuestran lo que de verdad decimos creer. Porque decir podemos decir muchas cosas, pero vivir, a veces, vivimos pocas.
Y es este Domingo de la Divina Misericordia donde Dios, como siempre, nos muestra el Camino de nuestra Santidad: vivir el Amor en una Comunidad de hermanos, donde el amor se hace obra y no sólo palabrras.