La conversión de San Pablo nos abre una puerta a la esperanza de saber que cuando el corazón está dispuesto Dios pone todos los medios necesarios para que podamos alcanzar la Gracia de la conversión.
También es cierto que si miramos el testimonio de San Pablo no podemos llegar a apreciar la disposición de Saulo para convertirse en cristiano. Entonces ¿que es lo que vio Dios para llamarlo y darle esa Gracia? Algo que decía el mismo Jesus, cuando en el Templo echó a los mercaderes: "el celo por la Casa de mi Padre me consume". Saulo estaba encendido de Celo por la Lay y los Profetas, desde su vivencia radical de la fe judía Saulo quería proteger su religión de esta "nueva secta" que acababa de nacer y por eso perseguía a los cristianos.
Ese celo por la fidelidad a Dios es lo que hace que sea el mismo Jesús quien le revela a Saulo la Verdad, y es el Espíritu Santo quien lo confirma en esa Verdad. Y así como antes perseguía a los cristianos para defender la Ley y los Profetas, ahora comienza él a predicar el Camino que Jesús comenzó a vivir y a mostrar con su vida. Es Pablo ahora quien encendido por el mismo fuego del Espíritu Santo va a encender con su palabra a los que no conocen a Jesús de Nazaret.
Es su pasión por la Verdad lo que lo lleva a luchar constantemente con todo aquello que no lo deja ser Fiel a Dios, su temperamento, su genio apasionado lo lleva a no tener miedo a los hombres pues es Dios quién está con Él y por eso "contra viento y marea" y en todo momento, sea en libertad o en la cárcel, no deja de anunciar lo que ha cambiado su vida, no deja de proclamar la alegría de la Buena Noticia de Jesucristo, porque no solo lo sabe, sino que lo vive como Camino de Verdad que le da Vida Nueva.
Muchas veces no tenemos no sólo el valor de San Pablo, sino la fuerza de su Palabra para proclamar lo que hemos leído, lo que hemos vivido, lo que Jesús nos pide que vivamos y que testimoniemos con nuestra vida. Hoy, quizás, no es que tengamos miedo, pero no somos tan audaces como lo fue él para dar a conocer lo que es el centro de nuestra vida, lo que es el sentido de nuestra vida, lo que es el Caminar con Cristo, en la seguridad que Él es el Señor de nuestra vida.
Y es el mismo San Pablo quien nos anima a no mirar nuestro pecado y nuestras imperfecciones, pues es desde ellas mismas en donde se descubre y se puede percibir la Gracia de Dios, pues desde lo imperfecto que es nuestra propia humanidad y vida, Dios va realizando grandes cosas, y lleva a todos los hombres la Gracia de la conversión y la fuerza del Espíritu para que todos puedan llegar al encuentro personal y definitivo con el mismo Jesús que es Quien no conduce por el Camino de la Vida.
Es desde ese encuentro íntimo y personal con el Señor en donde llenamos nuestro Corazón con su Voz, con su Palabra, con su Amor, con su Verdad, con su Vida, y así, cuando estamos llenos de Él no podemos hacer otra cosa que ir dejando su rastro y su Vida por donde pasemos. Y será su Espíritu quien nos de las palabras o los silencios necesarios para dar testimonio veraz de lo que Él nos transmite y nos hace vivir.
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