"Pero el Señor dijo a Samuel:
«No te fijes en las apariencias ni en lo elevado de su estatura porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón».
Es muy difícil para nosotros, humanos, mirar más allá de las apariencias, y son las apariencias las que nos dan la pauta de lo que hacemos y de lo que hacen los demás. Inlcuso, muchas veces, al vivir en este mundo de hoy que sólo se rige por apariencias, nos cuesta, también a nosotros mismos, no dejarnos llevar por las apariencias y así vamos "cambiando" nuestro estar y lo modificamos de acuerdo al lugar o con quién nos encontramos.
Este modo de vivir nos hace ocultar, en algunos momentos, nuestro ser cristianos y nos "ocultamos" bajo la apariencia del mundo, como para pasar desapercibido. Algunas veces lo hacemos inconscientemente, pero otras veces, de acuerdo al lugar o con quien estemos lo hacemos muy consciente como para que no se nos juzgue por nuestra fe y nuestro modo de vivir.
"Las apariencias engañan" dice un dicho popular, pero tamibén es cierto que engañamos con las apariencias. Claro que también es cierto que aparentamos ser cristianos y en realidad no los somos, y no porque no queramos serlo, sino porque sólo aparantamos serlo, pues por dentro no estamos de acuerdo con muchas cosas de las que Dios nos pide vivir.
"Los fariseos le preguntan:
«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Por estar siempre atentos a las apariencias tenemos un ojo siempre dispuesto a juzgar las apariencias de los demás, a ir mirando qué es lo que hacen los demás para ver qué hacemos nosotros.
Es algo lógico porque eso nos ayuda a "sobrevivir" en algún lugar, en un ambiente, es lo que se llama instinto de supervivencia. Pero no es lo que Dios nos llama a vivir pues no son llama a sobrevivir, sino a Vivir en Su Voluntad.
Pero, por otro lado, nuestro ojo siempre está más atento a lo que viven los demás para poder cuestionarlos o para poder "excusarnos": "si ellos lo hacen ¿por qué yo no?", "si todos los hacen es porque está bien hacerlo". Y en lugar de mirar y examinar nuestro corazón según la Voluntad de Dios, lo examino según el actuar o el aparentar de los demás.
Si juzgo a los demás y me doy cuenta que están actuando mal, entonces tengo la obligación de hacer uso de la "corrección fraterna" e ir a su encuentro para mostrarle el camino, y escuchar el porqué actúa como lo hace. Y poder tenderle una mano si lo necesita y lo acepta. Pero señalar sólo con mi dedo el pecado de mi hermano y darlo a conocer, eso es una debilidad que será tenida en cuenta para mi propio actuar.
Si miro mi actuar en función de la Voluntad de Dios será Él quien me de la Gracia necesaria y suficiente para poder ir corrigiendo mi forma de ser e ir configurándome, cada día más, a imagen se Jesús para que mi vida siga madurando su fe y se manifieste no sólo a los ojos del mundo, sino a los ojos de Dios, como lo que realmente tiene que ser.
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