lunes, 8 de enero de 2018

Llamados a la santidad

Comenzamos con la Fiesta del Bautismo del Señor lo que se llama el Tiempo Ordinario durante el año, en la liturgia de la Iglesia, por ello, a partir de ayer, las lecturas nos invitarán a recorrer el Camino del llamado de Jesús, un llamado que Él nos hace y que nosotros, como los mismos apóstoles, tenemos la libertad de seguirlo o no.
Así el evangelio de hoy nos lleva a recordar cómo Jesús fue llamando a sus apóstoles y cómo ellos respondieron a ese llamado. Es claro que la elección primera la hace Jesús y por eso va llamando en diferente momentos a los que Él quiere, pues no han sido los apóstoles quienes presentaron una solicitud para ser llamados, sino que Jesús al pasar los llamó.
Y uno podría preguntarse ¿los conocía de antes? ¿sabía cómo eran ellos antes de llamarlos? ¿tuvo en cuenta su formación, su condición social, su pasado, su pecado, sus defectos y virtudes? ¿Qué es lo que tuvo en cuenta Jesús al llamar a los apóstoles?
A mi me da para pensar que al mirarnos ya nos conocía, pero sobre todo sabría quiénes eran en la medida en que respondieran a su llamado. Porque cuando el corazón de uno está dispuesto a escuchar y responder lo hace inmediatamente, pero si no está dispuesto a responder siempre se ponen excusas para dilatar las respuestas. Eso lo vemos en otros momentos cuando quieren ir a despedirse, o a enterrar a sus muertos, o cuando no quieren dejar sus posesiones.
Y la respuesta de los llamados, como vemos en el evangelio ha sido inmediata: "dejandolo todo lo siguieron". Y esa es la segunda parte del llamado, y, casi, la más importante. Descubrir que cuando respondo al llamado de Dios tengo que dejar lo que estoy "haciendo" o "viviendo" y ponerme a disposición de su Voluntad, pues no puedo seguirlo si estoy atado a mi pasado, a mis cosas, a mis deseos, a mis proyectos.
Claro que estaréis pensando que estoy hablando de la vida consagrada o religiosa o sacerdotal. Eso por supuesto. Pero es que el llamado es para cada uno de nosotros que hemos recibido el Espíritu Santo en el Bautismo, pues a partir de ahí, hemos comenzado a recorrer el Camino del llamado de Dios. Un llamado que se hace claro cuando tenemos capacidad de escuchar y de responder, pues el primer llamado que Él nos hace es a ser Santos, pues esa es nuestra primer vocación: la santidad.
Y, para alcanzar la santidad tengo que, como los apóstoles, dejar todo y seguir a Cristo en un camino personal de santidad, pero no el camino que yo quiero recorrer sino el Camino que el Señor quiere que yo recorra. Por eso la imagen de los apóstoles dejándolo todo y yendo en pos de Jesús es lo que nos ayuda a descubrir que, todos, sin excepción, cuando decidimos ser cristianos "de verdad" es porque hemos descubierto nuestra vocación a la santidad y dejando de lado nuestros proyectos y gustos, aceptamos el proyecto de Dios para nuestras vidas y, con la ayuda del Espíritu de Dios, intentamos ser Fieles a la Vida que el Señor nos propone vivir.

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