"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis".
No hacen muchas falta muchas palabras ni alzar la voz cuando tenemos que dialogar con quien conocemos y con quien amamos, pues el conocimiento del otro y el amor que nos tenemos nos bastan para entendernos y saber qué necesitamos cada uno. Y así es la oración, es un diálogo entre dos personas que se aman y se conocen, o se conocen y se aman. Por eso a la hora de hablar entre los dos dialogamos de lo que hemos vivido, pues de lo vivido salen las necesidades para seguir viviendo.
Cuando nos presentamos ante el Padre para hablar con Él, sabemos y contamos con un corazón que escucha y que sabe lo que necesitamos, pero que no necesita que se lo digamos, sino que necesita que lo escuchemos. Nuestro hablar con Él es para poder desahogar nuestro corazón y dejarlo libre de todo agobio, pesar e intereses superfluos, para así poder recibir todo lo que Él tiene para darnos.
Porque si no dejamos en sus Manos todo lo que vamos guardando en nuestro corazón, nunca habrá lugar para poder recibir y conservar lo que Él nos va entregando día a día, pues en el diálogo con el Padre es Él quién más nos regala.
Todo lo que en el silencio le entrego al Padre lo va transformando en las Gracias que necesito para seguir andando en el Camino de la Fidelidad. Todo lo que voy uniendo a la Cruz de Cristo Él lo va transformando en Gracias para quienes lo necesiten. Todo lo que dejo en las Manos de María Ella lo va utilizando para el bien de nuestros corazones.
Es por eso que nuestra oración es un diálogo de amor y de confianza, amor pues el amor me ayuda a no dejar nada guardado pues los corazones que se aman no tienen vergüenza de compartir lo que han vivido, sino que, al contrario, necesitan conocer la vida para poder acompañarla. Y ese compartir constante madura mi confianza pues se que el Amor nunca va a traicionar, nunca mal utilizará lo que vivo, sino que me ayudará a vivir, a asumir, a aceptar para poder crecer.
Así Jesús al enseñarnos el Padre Nuestro nos ha dado lo mejor de su diálogo con el Padre para que nosotros también podamos entender que la oración es un diálogo entre personas que se aman: entre un Padre y su hijo, entre Hermano y hermano; entre Madre e hijo, en definitiva un diálogo que se amor y confianza para caminar cada día con fortaleza y esperanza de que alcanzaremos la meta a la que hemos sido llamados.
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