"Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto"
Llegar a tanta perfección nos resultaría imposible. En realidad es imposible llegar a la perfección de Dios porque nosotros somos creaturas imperfectas y en pecado, pero así y todo Jesús, nuestro Dios, nos exige la perfección del Padre. Y ahí cabe la pregunta ¿cuál es esa perfección?
Esta exigencia del ser perfectos surge de las afirmaciones que viene haciendo desde el comienzo de este discurso, en el cual habla de la plenitud de la Ley de Moisés, que no es el cumplir con la letra sino el vivir desde el Espíritu lo que Dios ha mandado. Y la vivencia desde el Espíritu es la vivencia desde el Amor.
Porque podríamos hacer una lista de los 10 mandamiento y cada día veremos que, básicamente, cumplimos los 10 y no rompemos ninguno. Pero si a los 10 mandamientos le agregamos el plus (de lo que llamo el 11º mandamiento) del "un mandamiento nuevo os doy: amaos unos a otros como Yo os he amado" y en función de saber cómo debemos amar, le sumamos el Cántico de la Caridad de San Pablo, nos vamos a dar cuenta que hay muchos lugares en los cuales no podemos poner una cruz porque no hemos vivido el amor de semejante modo.
Por eso, si buscamos perfección podemos encontrar muchos significados y podemos ver que hay mucha gente que es perfecta: en el estudio, en el trabajo, en su deporte, en su profesión. Pero no es esa la perfección que el Señor busca en nosotros, pues sabe que somos imperfectos, sino la perfección es la del Amor.
Santa Madre Teresa de Calcuta diría "amar hasta que duela" y es cierto que muchas veces duele mucho amar como Jesús nos lo pide, pues significa morir a muchas ideas, a muchos juicios, a muchos deseos.
Pero también hay que saber que aún amando como nos amaba Jesús tuvo palabras fuertes y duras con aquellos que no buscaban la Voluntad de Dios, sino sus propios fines. Y, a pesar de amarlos, como al joven de la parábola "con tristeza lo vio alejarse". Pues el Amor no implica aceptar todo de todos, sino amar a todos a pesar de tener que aceptar que muchas veces hay que sufrir por quienes se alejan de la Voluntad de Dios por no querer amar como Él nos lo pide.
Por ese, cada día y todos los días, necesitamos el Verdadero Alimento del Amor: Su Palabra y Su Vida, su Palabra que nos oriente y abra el corazón para que el Pan de la Vida alimente nuestro deseo de alcanzar la perfección del Amor.
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