lunes, 12 de junio de 2017

Pobreza de corazón para vivir y ayudar a vivir

Hermoso lo que nos dice San Pablo:
"¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en cualquier tribulación nuestra hasta el punto de poder consolar nosotros a los demás en cualquier lucha, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios!
Porque lo mismo que abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, abunda también nuestro consuelo gracias a Cristo".
Todo lo que Dios nos pide o nos permite vivir no es sólo por y para nosotros, sino que todo es por y para los demás, para gloria de Dios. Quizás no seamos muy intelectuales o muy doctorados en algunas materias, pero la experiencia que el Señor nos permite tener de la vida y de la fe, es lo que nos da, con la ayuda del Espíritu Santo, la sabiduría para ayudar y acompañar a los que han sufrido situaciones parecidas, o, simplemente, el Señor nos pone a su lado para que seamos como el Cireneo que ayudamos a cargar las cruces de otros, pero sólo una parte del Camino.
Escuchamos muchas veces los reclamos que le hacemos a Dios por lo que nos toca vivir y es cierto que no queremos aceptar o asumir las cruces que Él nos pide llevar, pero siempre que las aceptemos vamos a ver cómo el Señor también hace Él mismo de Cireneo o, seguramente, nos envía a alguien que nos ayude a llevarla o que nos guié por el mejor camino para llegar al final.


Por eso, para uno u otro caso el Señor nos pide que tengamos un corazón pobre, un corazón libre de todo para poder sólo confiar en Su Providencia. Así podremos llegar a comprender las Bienaventuranzas que Él mismo nos propone como Camino de Vida en plenitud. Sí, la pobreza de espíritu es la que nos ayuda a aceptar con docilidad y disponibilidad la Voluntad de Dios, pues sabemos que lo único que tenemos en la vida es el Amor de Dios que ha sido derramado en nuestro corazones, y así cada cosa que vivamos lo haremos sabiendo que es el Señor quién nos lo pide o nos lo permite, y si es Su Voluntad y yo la acepto, Él nos dará todo lo necesario para poder vivirla.

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