Si leemos bien los Hechos de los Apóstoles de hoy vemos cómo Pablo usa de la astucia (de la serpiente) para poder librarse de las falsas acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes. Una astucia unida (como lo recomendó Jesús) a la mansedumbre de la paloma, pues en ningún momento se enfrentó a ninguno de los bandos (fariseos y saduceos) sino que se limitó a decir algo que uno de ellos creían: la resurrección de los muertos.
Y ¿a qué voy con esto? No hace falta andar dando gritos o voces en alto para que se crea la verdad, pues la verdad por sí sola tiene fuerza suficiente, más cuando es la Verdad de Dios, sino que sólo basta que creamos y sepamos estar atentos a la Voz del Señor que nos va diciendo cómo vivir y qué decir en cada momento.
La misión de Pablo aún no había terminado, ni tampoco sus sufrimientos por Jesús, por eso el Señor le ayuda a encontrar caminos de evangelización. Así como Él, cuando aún no había llegado la Hora, siempre podía escapar de las "garras" de aquellos que le deseaban la muerte, así también Pablo pudo escapar de las garras de la muerte en ese momento. Su misión tenía que llegar a Roma, en donde sí llegó su Hora .
Pero ¿cómo hacemos para escuchar al Señor? En el evangelio de hoy Jesús nos habla de unidad con Él, y con el Padre. De unidad entre todos aquellos que no sólo dicen creer en Cristo, sino que realmente viven en Cristo, pues para vivir en Cristo hay una primera condición: niégate a tí mismo. Esa condición cuando es vivida en verdad nos da lugar a poder estar unidos a Cristo, y con Él a todos los que han dejado que su Espíritu transforme su corazón y pueda ser colmado de su Amor.
Pero es un Amor efectivo y no sólo afectivo, pues el Amor efectivo es el que me lleva a entregar, verdaderamente, mi vida por el Evangelio de la Verdad y del Amor a los hermanos, así como Él mismo nos Amó. Pero, sobre todo, nos ayuda a vivir en la Verdad de Cristo que, en el día de hoy, San Justino y los mártires, nos enseñan que hay, para nosotros, una sola Verdad y es la que leemos en la Palabra de Dios, la que sabemos que es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida, pues, para nosotros, los que creemos en Cristo es el fundamento y la razón de nuestra vida.
Así la Palabra de Dios nos hará llegar al diálogo profundo y sincero con nuestro Padre, nos hará gustar el dulzor de Su Palabra, y nos dará la fuerza de su Espíritu para poder vivirla en Obediencia como lo hizo el Hijo. Por eso, en cada momento, de nuestra vida usaremos como San Pablo la astucia y la mansedumbre para dar testimonio de lo que creemos y de lo que vivimos, salvándonos de no hacer lo contrario: usar la astucia y la mansedumbre para no vivir lo que creemos.
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