miércoles, 14 de junio de 2017

No cumplamos con Dios, vivamos en Dios

"Hermanos:
Esta confianza la tenemos ante Dios por Cristo; no es que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos nada como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, el cual nos capacitó para ser ministros de una alianza nueva: no de la letra sino de Espíritu; pues la letra mata, mientras que el Espíritu da vida".
San Pablo que había sido un celoso defensor de la Ley Mosaica y, por ello, antes de su conversión había perseguido a los cristianos por miedo a que ellos quieran destruir la Ley, es ahora, luego de su conversión un celoso defensor de la Nueva Ley que nos dio Jesús.
Pues él tenía muy en claro que no es sólo cumplir con la letra de la ley, pues eso no lleva nada, sino que es vivir en el Espíritu de la Ley que es lo quiso decir y vivió Jesús, teniendo muy en cuenta lo que el mismo Jesús le decía a los de su tiempo (y a nosotros también)
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley".
Porque cuando sólo nos dedicamos a cumplir lo que dice la letra de ley, enseguida hacemos la trampa para dejar de cumplir, y así nuestro Sí a Dios se convierte en un No a su Voluntad. Y ¿cuál es la plenitud de la Ley?
"Un mandamiento nuevo os doy: amaos los unos a los otros como yo os he amado", es la Ley del amor, que esa letra no se puede sólo cumplir sino que hay que vivirla.
Y ahí, también tiene razón San Pablo, no tenemos nosotros la capacidad para vivir de modo extraordinario la Ley del Amor si Cristo no nos hubiese llamado y no nos hubiese dado su Espíritu, por eso es necesidad nuestra mantenernos unidos a Él para poder permanecer en Él, para poder amarle cada día más y vivir según sus mandamientos.
"El que me ama cumplirá mis mandamientos"
Por eso, en este tiempo que vivimos en el que se quiere abolir los mandamientos de Dios, debemos tener cuidado de no caer en la trampa del mundo que nos quiere hacer vivir fuera de la Ley de Moisés, pues nuestro Sí a Dios es en la totalidad de la Ley, no sólo para cumplir la letra, sino para vivir en Su Voluntad.

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