martes, 6 de junio de 2017

Preguntas tontas respuestas complicadas

La escena que nos narra el evangelio de San Marcos, me parece una escena un poco torpe, de parte de los que quieren atrapar a Jesús. ¿Por qué torpe? Porque se acercan a Él para ponerlo a prueba con una pregunta que, para Jesús, se hace muy fácil de responder. Y, aunque la respuesta es muy fácil ellos quedan sorprendidos. Claro que lo fácil y rápido de la respuesta de Jesús ha dejado a todos con la boca abierta pues no pensaban que respondería de esa manera.
Nos sucede, a veces, o lo hacemos, otras veces, que como los fariseos o herodianos queremos "hacer pisar el palito" a alguien o lo quieren hacer con nosotros. Por eso debemos estar atentos a no caer en la tentación de dar grandes y largas respuestas a quien no busca eso, sino que viene con mala intención. Y, lo mismo pensarlo para nosotros.
Esa actitud no es una buena actitud pues nos hace ver la mala intención que tenemos o que tienen, pues se ha buscado el mal y no la verdad. En este caso Jesús le devuelve una respuesta que les complica la vida, pues por un lado también pretendían que les dijese que no hay que pagar el impuesto al César, pero no fue así:
"Dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César".
A cada uno le corresponde lo que justo y, quizás más.
¿Qué le podemos dar a Dios que no sea de Él? Y, aún así, le exigimos cada día más a Dios y a nuestros hermanos, de lo que nosotros entregamos en el día a día.
Es cierto que el ritmo de nuestras vidas nos impide darle a Dios más de lo que le damos, pero, también es cierto, que no siempre le dedicamos a Dios el tiempo que necesitamos. Porque, en realidad, a Dios no le podemos dar nada, sino que el tiempo que le dedicamos a la oración es un tiempo que nos hace bien a nosotros, y eso lo sabemos, pues cuando lo hemos realizado con continuidad vimos lo bueno que era, pero siempre hay una nueva excusa para justificarnos hasta que al final vemos, también, los resultados.
Y, por otro lado está lo que el mundo me dice y se me va pegando a la vida: "no tengo tiempo para perder con esas cosas", y por no "perder ese tiempo" voy perdiendo otras cosas: paciencia, capacidad de perdonar, capacidad de pedir perdón, esperanza, alegría, amor... Los bienes espirituales que sólo alimenta la Gracia de Dios se van secando porque no "tengo tiempo para perder".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.