viernes, 2 de junio de 2017

Amar al Señor, amar su Voluntad

"Por tercera vez le pregunta:
– «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
– «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
¿Necesitaba Jesús preguntar tres veces a Pedro si lo amaba? No, no lo necesitaba pues Él conoce el corazón del hombre y, por esa misma razón, necesitaba preguntarle porque sabía que el corazón de Pedro necesitaba escucharse a sí mismo "purificando" sus tres negaciones.
El Señor no necesita que le pidamos perdón o que le digamos que lo amamos, sino que nosotros necesitamos hacer explícitos nuestros deseos para que nuestras palabras comprometan o demuestren algo que sentimos en nuestro corazón.
Claro que no es lo mismo nuestra relación con el Señor "que lo sabe todo" y nuestras relaciones entre nosotros, los humanos. Entre nosotros necesitamos expresar lo que sentimos, no solo para que nosotros podamos expresarlo, sino para que mi hermano sepa lo que siento. A veces decimos o escuchamos: "pero si hice tal cosa ¿no te diste cuenta que te pedía perdón o te decía que te quería?" "-No, no me di cuenta, por eso necesito que me lo digas".
No son simples caprichos de las personas querer escuchar lo que el otro siente, sino que es necesario poder expresarlo pues no siempre se sabe leer lo que dicen los ojos, o lo que dicen las acciones.
Pero no tuvo ni pudor ni miedo a decirle al Señor, frente a los otros apóstoles, que lo quería; sin embargo, esa declaración explícita le valió el gran Amor de Cristo para constituirlo cabeza de la Iglesia. Y así ayudarnos a nosotros a descubrir que para seguir a Cristo, primero necesitamos amarlo, pues no puede haber un verdadero seguimiento de Cristo, una verdadera vida cristiana, si no hay una verdadera vida de amor a Dios y a los hermanos, pues Amar a Cristo implica "apacentar el rebaño que Él nos confía".
Y el rebaño de Cristo somos todos, así como todos somos pastores de nuestros hermanos, responsables de ayudar a quien tengo a mi lado para que pueda encontrar el Camino hacia el Buen Pastor. Pues no sólo Pedro fue Pastor del Rebaño, sino que él fue el elegido para guiar al Gran Rebaño, pero cada uno de los apóstoles recibió un encargo similar, y, nosotros, ungidos por el mismo Espíritu somos, también, pequeños pastores en el rebaño del Señor, porque todos somos luz, sal y fermento en el mundo.
– «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
– «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
– «Pastorea mis ovejas».
Amar al Señor, Amar su Voluntad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.