jueves, 29 de junio de 2017

Columnas y ejemplos de fidelidad

San Pedro y San Pablo, dos columnas de la Iglesia sobre las cuales se sostiene nuestra fe no sólo por su doctrina, sino por su vida de fe y su fidelidad al Señor.
Pedro, un pescador que escuchando la Voz del Señor en su barca que le decía: "Te haré pescador de hombres", dejó todo y lo siguió. Y dejar todo para él significo casa, familia, esposa, trabajo y comenzó a seguir al Señor. Vivió junto a Él y en el momento más importante, cuando tenía que estar junto a Él, lo negó tres veces, pero al darse cuenta de lo que había ocurrido "lloró amargamente" y se arrepintió de su error.
Pablo, un hombre de letras, un hombre estudioso y defensor de la Ley y los Profetas, celoso de su su fe decide, con la anuencia de los Ancianos, perseguir a esta nueva secta que había comenzado a surgir: los cristianos. Pero en el camino el Señor se le aparece y le hace ver el Camino que Él mismo le propone. Y así, dejándolo todo comienza a vivir la Vida de Cristo: "ya no soy yo quien vive en mí, sino que es Cristo quien vive en mí".
Sus vidas nos muestran que cuando escuchamos verdaderamente la Voz del Señor no podemos seguir indiferente a lo que nos propone: o dejamos todo para seguirlo o renunciamos a creer en Él, pero siempre la última palabra está en nosotros: "que tú sí sea sí y que tu no sea no".
Pedro y Pablo pudieron dar un Sí completo al Señor, pues a pesar de sus pecados encontraron el camino del arrepentimiento y una vez que descubrieron el Amor del Señor, no dudaron en entregarse a Él hasta la última gota de su sangre.
Hermosa afirmación de San Pablo al finalizar su vida:
"Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.
He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe".
Y así han sido las vidas de los dos: un combate entre el espíritu y la carne, entre la carne y el espíritu, para poder llegar a vivir en plenitud la Voluntad de Dios. Pero en esa lucha no estamos solos, si queremos ser Fieles al Señor, siempre será Él quien esté con su Gracia a nuestro lado para ayudarnos a librar el duro combate de la fe.
Así nuestro amor al Señor no será sólo afectivo sino que será un amor efectivo que se realiza y concreta cada día en la entrega a Su Voluntad, renunciando a mi Yo y siguiéndolo, paso a paso, como lo hicieron Pedro y Pablo.

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