miércoles, 3 de mayo de 2017

Yo soy el Camino

San Pablo le recuerda a los Corintios:
"Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano".
Aunque nos parezca redundante no debemos olvidar cuál es el Evangelio en el que creemos, y el que tenemos que tener como libro de cabecera para que siempre marque nuestros pasos: el Evangelio de Cristo, y, más claro aún es su Vida.
No hay otro Evangelio que nos pueda dar la Vida a aquellos que nos hemos decidido por seguirle: los que decimos que somos cristianos.
Al aceptar ser cristianos hemos asumido vivir el Evangelio de Cristo, sus Consejos y su propio estilo de vida, los mandamientos y todo aquello que Él nos ha ido revelando a lo largo de sus años con nosotros, y que los apóstoles nos trasmitieron y la Iglesia conserva como su propia fuente y fortaleza.
¿Por qué la vida de Jesús es nuestro modelo a seguir? Porque Él mismo fue quien nos lo dijo, pues se lo dijo a los apóstoles:
"En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:
«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».
¿Os parece que no es cierto? ¿Os parece que puede haber otro camino para llegar al Padre que no sea la Vida de Cristo? Porque muchas veces parece que buscamos otros caminos, o mejor dicho, vivimos otros caminos, vivimos otros estilos de vida que nos parecen mas adecuados a estos tiempos, otras manera de vivir la vida que nos gustan más pero ¿son las que Jesús quiere para nosotros? ¿Son las que el Padre me pide vivir?
Nosotros formamos parte de la Iglesia Católica Apostólica, no sólo porque estamos fundados sobre la fe de los Apóstoles, sino porque también nosotros, yo y tú, cada uno de los que hemos recibido el bautismo, somos también apóstoles en estos tiempos que vivimos, cada uno en su propio lugar y en su propio tiempo. Y apóstol es aquél que escuchando la Voz de Jesús que lo llama decide libremente seguirle, conocerle y aceptar el desafío de llegar la Palabra a todos los hombres:
"Id a todo el mundo y anunciad el Evangelio".
"En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré".

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