martes, 23 de mayo de 2017

Instrumentos de salvación

Para muchos el relato de los Hechos de los apóstoles puede parecer un cuento, una fábula, pero lo que sí es cierto que Dios puede hacer maravillas con aquellos que le aman y le obedecen; y por ellos, sus instrumentos más fieles, puede llegar a quien menos lo espera.
"El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pero Pablo lo llamó a gritos, diciendo:
«No te hagas daño alguno, que estamos todos aquí».
El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó fuera y les preguntó:
«Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?».
También es cierto que no siempre utilizamos bien las oportunidades que nos da el Señor para dar a conocer su nombre, nos ocultamos y no damos a conocer sus maravillas en nuestras vidas, o simplemente utilizamos los milagros de Dios sólo para nuestro bien.
Pablo y los demás presos podían haberse escapado y dejar que el carcelero se suicidase, pero no lo hicieron; sino que al contrario le salvaron no sólo la vida física sino también la espiritual: supieron usar el milagro de Dios para dar a conocerlo, no para su bien, sino para el de otros.
Siempre Dios nos da nuevas oportunidades en nuestras vidas. Quizás no sean como esta o grandes hechos que marquen a fuego nuestra vida, pero siempre tenemos una nueva oportunidad cada vez que sale el sol, pues cada vez que sale el sol resucitamos a la Vida Nueva dando Gracias a Dios por ese día que nace, pues es un nuevo día para vivirlo en fidelidad, un nuevo día para salir y dar a conocer su nombre, sin miedos, sabiendo que es Él quien nos ha abierto las Puertas de la Vida para llevar a los demás el gozo de sabernos salvados, y celebrar la Vida que ha venido a nosotros.
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?” Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré".
Era necesario que Él asumiera su Cruz y volviera al Padre para que nosotros pudiéramos tener su Espíritu en nuestros corazones, por eso la tristeza se convirtió en alegría cuando desde el Seno del Padre nos envió al Paráclito para que nos llenara con sus dones. Sólo Dios puede sacar algo tan bueno de tanta tristeza, siempre es Él, si nos dejamos guiar, quién obra el milagro de la Vida Nueva en nosotros. Por eso necesitamos cada día saber aprovechar los dones y todo lo que el Padre nos permite y quiere que vivamos, para que de todo eso Él saque lo mejor para la salvación de los hombres, pues nuestra vida unida a la de Cristo es un instrumento de salvación para los que no conocen a Dios.
Como dice San Pablo: "En cuanto a mí ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado, y yo un crucificado para el mundo!"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.