domingo, 21 de mayo de 2017

Dar respuestas en el Espíritu

"Queridos hermanos:
Glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atentan contra vuestra buena conducta en Cristo".
"Siempre dispuestos para dar razón de vuestra esperanza", nos dice San Pedro, una hermosa exhortación para que estemos siempre pendientes de madurar nuestra fe, de fortalecer nuestra esperanza y de ahondar, cada vez más, en el profundo misterio del Amor de Dios. Pues cuando recibimos ataques contra nuestra fe no sabemos responder, no sabemos dar respuestas claras y maduras sobre el por qué creemos o el para qué creemos o en quién creemos.
Y claro que no sabemos porque no hemos profundizado en los misterios de la fe que hemos visto y oído en la catequesis. Porque nuestra formación espiritual no pasa solamente por ir a misa, o por rezar, sino también por aprovechar tantos buenos libros escritos que hay sobre los misterios de nuestra fe.
Aunque, también es cierto, que muchas veces nos falta una parte importante en nuestra vida cristiana:
"Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo; pues aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo".
El Don del Espíritu Santo que se recibe en el Sacramento de la Confirmación. Este Sacramento es el menos usado en la Iglesia, porque no son muchos los católicos que se acercan a recibirlo y, algunas veces, lo hacen obligados por sus padres o por alguna situación extrema. Pero es un sacramento que perfecciona la Gracia Bautismal, como dice Hechos de los apóstoles: habían recibido el bautismo pero no el Espíritu Santo. Y es el Espíritu quien con sus dones nos ayuda, nos fortalece, nos alienta para que sigamos creciendo, día a día, en el camino de la santidad.
Pero como siempre nos vamos acercando más al mundo que a Dios, por eso dejamos de lado al Espíritu que Jesús nos envía para sostenernos en el Camino:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros".
Dejemos el mundo de lado e imploremos Su Venida para que nosotros podamos ser portadores de la Verdad, mostremos con buenas razones el Camino y contagiemos la Vida.

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