jueves, 25 de mayo de 2017

Cambiar el rumbo

San Pablo intentó por mucho predicar y llevar a la fe en Cristo a una comunidad, pero finalmente:
"Como ellos se oponían y respondían con blasfemias, Pablo sacudió sus vestidos y les dijo:
– «Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza. Yo soy inocente y desde ahora me voy con los gentiles».
Desistir de una tarea cuando no solo no hay frutos, sino cuando el receptor es contrario a lo que se le ofrece, no es perder la esperanza sino es ver la realidad y salir para otro lado para poder llevar lo mismo a quienes lo necesitan.
Muchas veces, en la atención pastoral uno se encuentra con gente que intenta que tal persona se convierta y sigue insistiendo en la oración, en la palabra, en la acción. Y Pablo nos da el ejemplo de que si no quieren abrir el corazón a la Palabra, entonces hay que salir para otro lado, por donde Dios te lleve y te muestre que hay otros que, también, necesitan de tu ejemplo de vida, de tus palabras.
A veces, por luchar contra los molinos de viento se pierde la fuerza, se desgasta la vida y Dios, quizás, te está mostrando otro camino, otra realidad e, incluso, hay otros hermanos a tu lado que te están esperando pero tú no los ves porque crees que tienen que seguir insistiendo con ello.
San Pablo dejó esa comunidad judía y se fue a los gentiles, ellos lo escucharon y se convirtieron, encontraron el Camino de la Salvación y formaron comunidades cristianas.
"Se marcho de allí y se fue a casa de Ticio Justo, que adoraba a Dios y cuya casa estaba al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo, creían y se bautizaban".
¿Qué nos enseña San Pablo? Que no nos esforcemos cuando veamos que del Nogal no se pueden sacar peras. Hay que ir a buscar un Peral para conseguir lo que buscamos, o mejor dicho, en nuestro caso, dejar que Dios nos indique qué es lo que tenemos que hacer. No encapricharnos con una realidad que sólo nos está quitando fuerzas, vida y esperanza, hasta que al final perdamos la fe en lo que hacemos. Te sacudes las sandalias de esa actitud y vuelves a comenzar un Camino que, seguramente, será para tu crecimiento personal y para el bien de otros a los que Dios te envíe.

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