"Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor".
Vivimos en un tiempo en donde todo está revuelto y donde los que intentan vivir son destinados (o intentan destinarlos) al ostracismo. La Luz de la Verdad que se intenta predicar no se quiere escuchar y por eso no se escucha el mensaje como lo escucharon los Ninivitas, pues en este tiempo no es posible, quizás, que se escuche o se vea la Luz con claridad, pues está oculta con millares de manchas negras. Por eso creo que no debemos quejarnos tanto de que no se escuche la Verdad, o que se nos quiera quitar del medio, sino que como los Ninivitas nos toca el tiempo de vestirnos de sayal y hacer penitencia, para que nuestros corazones puedan abrirse a la Luz de Dios, pues quizás sea un tiempo de conversión para todos y no sólo para algunos.
¿Quién es hoy Jonás? ¿Quiénes son hoy los Ninivitas? Lo tendremos que mirar en el silencio de la oración junto al Señor, pues quizás tengamos que aceptar que somos los dos personajes en una misma persona: profetas y pecadores, para ser pecadores que se conviertan y luego sean una luz más brillante para los hombres de hoy.
Le dice Jesús a su generación que, en definitiva somos todos nosotros: la generación de Jesús:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón".
Pues quizás, muchos aún seguimos pidiendo signos, y el Signo ya lo tenemos la Persona Viva y Verdadera de Jesús que, día a día, nos está hablando y nos está llevando al milagro de la conversión, al milagro de la Vida, al milagro de la Luz; pero seguimos sin escucharlo y lo que predicamos y profetizamos es sólo nuestra palabra y no la Palabra de Dios, quizás no escuchamos bien el mensaje de Salvación y estamos buscando nuestra propia salvación y no la del mundo entero.
Hoy nos toca abrir los oídos del corazón para que el Señor nos diga y nos ayude a ver quiénes somos y cómo hemos de actuar, qué debemos hacer. No sólo nos toca reclamar nuestros derechos sino que debemos vivir nuestras obligaciones, y una de ellas es ser Mensajeros de Salvación, Profetas de la Verdad, Hombres Nuevos que viven la justicia, el amor y la verdad. Y en este Camino no importa que seas blanco, negro, amarillo, varón, mujer, consagrado o laico, pues Jesús quiso derribar todas las barreras de división y odio y hacer de todos los pueblos uno solo en busca de la Paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.