"En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete".
Se podría decir que la pregunta de Pedro puede llegar a surgir por el cansancio que, a veces, provocan las relaciones personales o, mejor dicho, las situaciones difíciles con otras personas. Quizás a alguien le haya pasado que ha tenido que perdonar más de una vez pero a próxima vez ¿estaré dispuesto a perdonar? ¿Cuál es el límite para dar el perdón?
Creo que uno tiene que estar siempre dispuesto a perdonar, como también a pedir perdón, pero hay una condición sin la cual el perdón no llega al corazón: el arrepentimiento sincero y el deseo de reparar el daño causado. Sin estas dos condiciones no sólo no llega la Gracia del perdón al corazón, sino que tampoco hay un sincero pedido.
Conocemos mucha gente que a cada momento te dice: perdona, no fue mi intención. ¿En serio no fue tu intención? ¿No tendrías que empezar a pensar antes de obrar o hablar? Porque ya van demasiadas veces que "no tienes intención" pero al final haces daño.
Quizás antes de pedir perdón tendríamos que pensar en no hacer daño el prójimo, en buscar siempre reflexionar antes de actuar o hablar, o si es el caso de un hermano usar la corrección fraterna que nos enseñó el Señor, para no meter la pata y ofender a alguien "sin intención".
Alguien dijo una vez: "el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones". ¿Habrá que pensarlo, no?
Por eso es mejor que aprendamos a pensar y, sobre todo, a pensar en el daño que hacemos cuando no pensamos lo que hacemos, cuando hacemos pensando solo en mí y no en los demás, o también cuando hacemos queriendo quedar bien con algunos y por eso dañamos a otros.
Por que también es cierto que no sólo hacemos daño cuando hacemos o decimos algo para afectar la buena fama del prójimo, sino cuando omitimos algo que pueda ayudar a mi prójimo, cuando no hacemos la corrección fraterna correspondiente cuando alguien está ofendiendo a mi prójimo: "lavarse las manos como Pilato" es un pecado de omisión que muchas veces no tenemos en cuenta en nuestra vida cotidiana.
Así que antes, como dice el refranero popular: "antes de poner su lengua en movimiento ponga su cerebro en funcionamiento", así evitaremos tener que pedir perdón pues no haremos daño a nuestro prójimo, y así poder tener en cuenta lo que Jesús nos dijo: "con la vara con que midáis seréis medidos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.