Esto dice el Señor a Jeremías:
"Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aun así les dirás:
“Está es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. Ha desaparecido la sinceridad, se la han arrancado de la boca”».
Cuando nos centramos en nuestros solos pensamientos y no hacemos caso a la Voz del Señor, se nos endurece no sólo el entendimiento sino también el corazón y nuestros caminos se alejan del Señor.
El Señor le envía este mensaje al Pueblo que había decidido ser el Pueblo Elegido por el Señor pero, una y otra vez, también deciden, por esto y por aquello, dejarlo de lado e irse con otros dioses. Dios no le habla a un Pueblo que no lo conocía, sino a aquél Pueblo que sabiendo quién era Dios había tomado la decisión de seguirlo.
Dios no le exige a quien no lo ha conocido, sino a quien conociéndolo toma la decisión de seguir, libremente, los mandatos del Señor. Por que cuando tomamos una decisión de vida hemos de ser coherentes con lo que decimos que queremos ser, aún en los momentos donde encuentre demasiadas piedras en el camino, aún cuando el camino se haga cuesta arriba, aún cuando piense que todo se ha terminado y nadie me acompaña en el caminar.
Sino miremos y contemplemos el Camino del Via Crucis. En cada estación lo vemos a Jesús soportando no sólo el peso de la Cruz y de los pecados de todos hombres, sino la incomprensión de los suyos, de aquellos a quienes había dado salud, por quienes había hecho milagros, a quienes sus palabras habían dado luz para vivir. Fueron sus mismos paisanos, quienes habían visto sus obras, quienes no sólo no ayudaron en el Camino sino que le hicieron más pesado el caminar, pero aún así Él no quiso condenarlos sino salvarlos, y es más no quiso salvarse sino condenarse para darnos una Vida Nueva.
Hoy, muchas veces, somos nosotros mismos quienes actuamos de una manera similar a los paisanos de Jesús, volviendo a condenar a quien no comprendemos, a quien no nos gusta, a quien nos dice lo que no queremos escuchar o a quien hace lo que no queremos que haga.
"En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:
«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».
Encontremos el Camino para que nuestra vida siga al lado del Señor, para que su Luz sea nuestra luz y su Vida sea nuestra vida, no dejemos que nuestro yo pecador se vuelva contra nuestros hermanos y Dios.
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