jueves, 30 de marzo de 2017

Becerro de oro o Jesús

"En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”».
Ante la ansiedad de que Moisés no bajaba del monte y el pueblo se sentía solo se hicieron un Dios de oro. Necesitaban algo que los uniera y que les diera seguridad, por eso se pusieron a adorar al Becerro que sus manos habían construido y que, por lo mismo, les decía lo que ellos querían escuchar y no lo que necesitaban para vivir.
El hombre de suyo necesita estar re-ligado a algo o a alguien, necesita tener un referente y un guía que lo acompañe a vivir, de ahí viene la palabra religión y aunque no se tenga un Dios concreto (ponedle el nombre que quieras) siempre hay algo a lo que divinizar para poder estar "más seguro", algo que le da sentido a lo que vivo y me da pautas para vivir. Ese algo o alguien puede estar dentro o fuera de mí, puede ser algo o alguien que me confianza y seguridad, o puedo ser yo mismo el dios de mi vida.
Y así nos pasa algunas veces: cuando el tiempo de espera de lo que queremos de Dios se hace largo, abandonamos a nuestro Dios y Señor, y vamos detrás de otros dioses que me dan más confianza, y que, en algunos casos, hacen lo que yo quiero. Me escapo, más de una vez, de la mirada de mi Dios y Señor y me pongo a adorar otros dioses.
Así el hombre está en un constante camino de conversión buscando redimirse de sus infidelidades a al Verdadero Dios, a quién ha querido entregar la vida, pero que por momentos no reconoce como su Dios y Señor.
Esta claro que no hablo de los que no creen en el mismo Dios que los cristianos, sino que hablo particularmente para nosotros, los que, en un momento de nuestra vida, hemos decidido libre y voluntariamente, no sólo llamarnos, sino ser cristianos. Y por eso mirad lo que sigue del mismo párrafo donde Dios habla al pueblo y el diálogo con Moisés:
"Y el Señor añadió a Moisés:
«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre".
Siempre tenemos alguien intercediendo por nuestra vida de fe, por nuestra en general; pero, sobre todo, tenemos a Alguien que intercedió para que nuestra Vida sea Verdadera y no sólo ofreció una oración, sino que ofreció su Vida para volver a unirnos al Padre. En esta Semana Santa no lo volvamos a dejar solo, vivamos junto a Él su entrega al Padre y su entrega por nosotros, para que nosotros podamos volver a renovar nuestra Fidelidad a la Vida que nos dio en el árbol de la Cruz, y venciendo la necesidad de tener otros dioses volvamos a creer y confiar en nuestro Dios y Señor.

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