Escuchamos, muchas veces, o lo decimos: lo siento en el corazón y por eso lo hago, o por eso lo digo. Y fijaos lo que nos dice el Señor por medio del Profeta Jeremías:
"Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce?
Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta según el fruto de sus acciones».
Claro que es porque nosotros nos manejamos por los sentimientos, por lo que sentimos, por lo que nos da (como se dice ahora) "mejores vibraciones" (que en realidad no se lo que son o en qué lugar del cuerpo se producen, pero deben ser lo mismo) y vemos el corazón como el centro de los sentimientos, y, por lo tanto, el órgano que "maneja" nuestras decisiones.
Pero ¿por qué dice el Señor que no hay nada más falso y enfermo que el corazón? Porque el hombre está enfermo del pecado original y, sobre todo, los sentimientos están muy "infectados" por los instintos más humanos que hay y actúan según el YO y lo que ese YO quiera o desee. Y cuando actúa según el YO sentimental o instintivo, sin que esa situación sea "examinada" racionalmente por nuestra cabeza y, en nuestro caso, a la Luz del Evangelio, todo eso está "enfermo" de pecado original.
¿Quién de nosotros no escuchó alguna vez afirmaciones totalmente falsas de alguien que te viene a hablar con hermosos halagos y preciosas palabras de cariño? Porque cuando un corazón falso te quiere hacer creer una mentira o hacerte (como se dice por lo menos en argentina) "el palito" viene con montones de galanterías y cosas dulces para engañarte. Los corazones falsos creen que aquellos que quieren vivir en la verdad siempre estarán dispuestos a creer sus falsedades y mentiras, a comprar todos sus regalos y galanterías, y sin embargo no se dan cuenta que desde lejos se les siente el olor a falsedad.
Por eso mismo, dice también el Señor por medio de Jeremías:
"Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor.
Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita".
Hablando de que sólo en el Señor hay Verdad, y sólo en quien vive en Él y para Él podemos encontrar verdad. Seguramente encontremos errores, pero nunca vamos a encontrar falsedades que quieran herir o destruir a sus hermanos.
Pero no sólo Dios habla de los demás, sino que habla de cada uno de nosotros, porque ellos como nosotros somos humanos, y por eso nuestro corazón tiene que aprender a morir a sí mismo para dejarse guiar por la Palabra de Dios, que no sean nuestros sentimientos e instintos los que muevan nuestra voluntad, sino la Voluntad de Dios debe guiar nuestra vida.
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