sábado, 25 de marzo de 2017

Hoy también esperan un Sí

Quizás hoy no sea el día justo, pero nos gusta creer que sí, el día en que el Ángel llegó a la casa de María, Virgen y el Hijo de Dios se encarnó en su seno: la Anunciación del Ángel a María y la Encarnación del Hijo de Dios. Un título para un día que más que un día cualquiera, porque me gusta pensar que este es el día en que Dios Padre pensó más que nada en todos nosotros, porque ese pedido a María era para brindarnos todo su Amor por nosotros, sus más pequeños y débiles hijos que no podían encontrar el Camino hacia la Casa Paterna, y por eso necesita enviar desde la Casa al Hijo que sí conocía al Padre y sabía el Camino.
Es hermoso pensar en ese Infinito Amor del Padre que en una adolescente virgen se hace hombre para demostrarnos hasta cuánto es capaz de amarnos, y para ayudarnos a ver cuánto podemos amarnos.
Hay una canción que habla de este día y dice que toda la creación, desde Adán y Eva, estaban expectantes esperando que los labios de María se abrieran para dar el Sí, pues su Sí era importante no sólo para los que vendrían después de Ella, sino también para los que habían vivido antes de ese Sí, pues el Hijo que Ella engendraría en su seno sería Quien desataría las cadenas de la muerte no sólo de los futuros sino también de las almas pasadas.
Por eso, el día de la Anunciación debe ser un día de mucho recogimiento en nuestro corazón, para poder, incluso, ponernos en la piel de María e intentar visualizar ese día: poder sentir la mirada y la voz del Ángel que viene a decirte: ¿Quieres ser Fiel a la Voluntad de Dios? ¿Quieres concebir en tu seno al Hijo de Dios?
Por que las mismas palabras que el Ángel le dirigió a María aquél día, son las mismas que todos los días nos susurra a nosotros en nuestro corazón: ¿Quieres ser Fiel a la Voluntad de Dios hoy? ¿Quieres ser imagen de Jesús vivo hoy? ¿Quieres ser lleno/a de Gracia en este día? ¿Quieres ser Fiel a la Vida que un día de hoy comenzó a nacer en el seno de María?
Y el Padre Dios, hoy como ayer y como cada día, estará esperando nuestra respuesta a su pregunta, estará expectante toda la creación para poder gozarse con nuestra respuesta y llenarse la creación entera de la Gracia salvadora de Dios.
Por eso, al hacer hoy nuestra oración intentemos escuchar esa misma voz que escuchó María y abramos nuestro corazón a la Gracia para poder responder junto a Ella, con Ella y para Dios:
¡He aquí la Esclava del Señor que se haga en mí lo que has dicho!

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