"Pero Amós respondió a Amasías:
-«Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un cultivador de sicomoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: “Ve, profetiza a mi pueblo Israel”.
Y sigo insistiendo: somos profetas, no importa de dónde vengamos, ni quién seamos, ni cómo haya sido nuestro pasado: es el Señor quién nos eligió y nos sacó de nuestra comodidad para vivir y anunciar, para anunciar y vivir. Y cuando nosotros no profetizamos ni vivimos, surgen los falsos profetas; aunque, muchas veces, nosotros mismos nos convertimos en falsos profetas, porque no hablamos de las cosas de Dios sino de nuestra propia conveniencia.
Esta lectura del libro de Amós nos ayuda a ver que Amos no se quedó en la comodidad de ser pastor de ovejas, sino que escuchó el llamado y se dejó guiar por el Señor. Pero además no sólo eso, sino que, a pesar de las insinuaciones del Rey, no dejó de decir lo que Dios le mandaba decir, porque al no decirla no descubriría el camino de la Verdad y de la Vida para aquél a quien iba dirigida la Palabra.
Y en el Evangelio vemos como también Jesús no se queda con lo que los escribas y fariseos le dicen, pues ellos se creen los mejores expertos en la Palabra de Dios (por eso lo tratan de blasfemo) sino que les hace ver que la misericordia de Dios es el verdadero mensaje del Padre, que de nada vale la salud del cuerpo si el alma está enferma. Por eso, lo más importante en nuestras vidas es la salud del Alma, y esa salud sólo la encontramos en la Palabra y los Sacramentos, en la unión con nuestro Dios y Señor, en nuestra respuesta fiel y obediente a Su Palabra, y en la fidelidad en nuestra misión de profetas y apóstoles.
Así Jesús nos dirá en una de sus predicaciones: "no temáis a los que pueden matar el cuerpo, más bien temed a quien puede matar el alma y el cuerpo y enviarlo a la Gehena, al fuego que no acaba".
Aceptemos el llamado, seamos conscientes de nuestra misión y dejemos que el Padre nos fortalezca y nos guíe para anunciar lo que el mundo necesita oir, y nosotros necesitamos vivir.
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