"Elías se acercó a todo el pueblo y dijo:
-«¿Hasta cuándo vais a estar cojeando sobre dos muletas? Si el Señor es Dios, seguidlo; si lo es Baal, seguid a Baal».
Siempre Dios nos ha dado libertad, y libertad de elección incluso hasta en nuestra fe: podemos elegir creer en Él o no, aceptarlo o negarlo, seguirlo o rechazarlo. Pero no podemos jugar a dos bandas, Jesús diría: "estáis conmigo o contra mí, recogen conmigo o desparraman", y en el Apocalipsis: "que tu Sí sea Sí y que tu No sea No. Se frío o caliente, pues a los tibios los vomitaré de mi boca".
¿Por qué esta radicalidad en la elección? Pues cuando experimentamos la liberad de ser hijos, tenemos que saber que nuestras elecciones son nuestra responsabilidad, y que no podemos estar saltando de un lugar a otro, pues nunca sabremos cuál es el verdadero camino, y, por otro lado, así nunca nos hacemos responsables de definir nuestra vida según un estilo particular de creer, y, por sobre todo, estando en dos lados, nunca obedecemos a nadie. Pues "no se puede servir a dos señores, porque amarás a uno y odiarás a otro", y esto según el momento que me convenga.
Hoy estoy con Dios porque lo necesito, pero mañana estoy con el mundo porque es más divertido y no me recrimina el error, el pecado, y me da más libertad para hacer lo que quiera. Pero cuando ese mundo me produce dolor vuelvo a Dios para que me calme mis necesidades.
Elías le hacía esa exhortación al Pueblo de Israel, al pueblo que había optado por seguir al Señor, pero como habían aparecido otros profetas (los de Baal) que los invitaban a vivir de otro estilo más cómodo, entonces los seguían a ellos. Por eso la exhortación a elegir o uno u otro. Hoy no tenemos un Profeta que haga los milagros de Elías, pero sí tenemos miles de hermanos que viven el Evangelio y nos demuestran en sus vidas la pasión por el cristianismo, cómo los consejos evangélicos son posibles vivirlos y cómo los viven con alegría. Nos muestran con sus vidas cómo el fuego baja a sus corazones y enciendo en ellos el deseo de santidad que modela sus días.
Sí, es una elección. Una elección personal a la que nadie me presiona, pero que tengo que realizar para encontrar un Camino que sea el que perfecciones y de plenitud a mi vida. Pues nosotros, los que hemos elegido el camino de Cristo, y nos llamamos y decimos cristianos, tenemos la misión de mostrar con claridad el Camino; pues para eso el Señor nos dice que somos la Sal y la Luz del mundo.
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