sábado, 4 de junio de 2016

El combate de la Fe

Me impactó esta exhortación de San Pablo a Timoteo:
"Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas.
Pero tú sé sobrio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio. Pues yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente".
En los últimos días de su vida Pablo sigue exhortando a mantenernos firmes en la fe, sabiendo que llegarán tiempos, como los que han llegado, en que nos gustarán más otras "fábulas" que la verdad que Dios nos brinda. Estos son los tiempos en los que buscamos no al Verdadero Maestro de la Fe, sino a aquellos maestros que nos brindan una fe a nuestra medida, según nuestra conveniencia y deseos.
Podríamos decir que no son los mejores tiempos, pero son los verdaderos tiempos en dónde se descubren nuestros verdaderos deseos y nuestro verdadero caminar. Un caminar que no es fácil pero que nos lleva a la Vida Verdadera, aunque esa Vida nos implique padecimientos que soportamos por Amor, pues sabemos en Quién hemos puesto nuestra confianza y Quién sostiene nuestra vida.
Y San Pablo termina de una manera muy real su carta pues habla de sí mismo, de su vida de fe:
"He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe".
Es también nuestro combate: luchar contra el mundo y no sólo conservar, sino madurar y transmitir nuestra fe, aquella que hemos recibido y que nos ha dado sentido a nuestra vida, aunque muchas veces nos hayamos caído, pero siempre se nos ha dado la fuerza para levantarnos, y, aunque no siempre hemos comprendido el por qué de lo que hemos vivido, como María, "lo hemos conservado en nuestro corazón" para que el Señor lo haga madurar y producir fruto en el momento oportuno.
Y hoy, uniendo nuestro pequeño corazón al Inmaculado Corazón de María, es un momento oportuno para, como Ella, pedir la Gracia de la Fortaleza y la Paciencia para seguir el combate diario de nuestra fe. Vivir una Fe sencilla y radiante, pues Su Amor nos impulsa a hacernos cada día más pequeños en Sus Manos, dejarnos cobijar por Su Manto, para poder alcanzar la Bienaventuranza de los que han sabido decir ¡SÍ! a la Voluntad de Dios.

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