"Así habla el Señor:
Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva.
No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria, sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo. Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos".
La esperanza en la nueva creación, en un nuevo pueblo, en un nuevo hombre, es la luz que no debemos perder, pues sabemos que las Promesas y los deseos del Señor se cumplirán, en el tiempo justo: "al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo nacido de mujer", nos recuerda San Pablo.
No siempre sus tiempos son nuestros tiempos, pero Dios siempre sabe cuándo es el mejor tiempo para darnos todo aquello que necesitamos, pero, sobre todas las cosas, no tenemos que perder nuestra esperanza en Sus Promesas.
Una vez alguien me dijo: ¿y tú sigues creyendo en que puede haber un Hombre Nuevo, una Sociedad Nueva? Y sí, sigo creyendo y sigo luchando para que podamos, con la Gracia de Dios, hacer un Hombre Nuevo que luche por una Nueva Sociedad, por un Nuevo Mundo. Esa es la esperanza que cada día me hace salir de la cama, me invita a la oración y me lleva al encuentro con el Señor en la Eucaristía: dejarme transformar por Él para que Él pueda utilizarme como instrumento en la construcción de un Nuevo Hombre y de un Nuevo Mundo.
Ayer Domingo del Gozo, meditábamos en la misericordia del Señor, pero también en el gozo del encuentro del hijo pródigo con su padre, un encuentro que nos habla del gozo que da la esperanza en la reconciliación. El gozo que nos describe San Lucas cuando dice que pensando en la reconciliación el hijo se levantó del barro, de estar entre los cerdos, dejó su orgullo de lado y salió presuroso a la Casa del Padre a buscar el perdón y reconciliarse con el amor.
¡¿No es una hermosa imagen?!
Comenzar una nueva semana con la imagen del abrazo y los besos de ese Padre que nos espera para asegurarnos que siempre nos amará, que siempre estará esperando nuestro regreso y nuestra confianza en su Amor. Comenzar la semana con la esperanza de poder abrazar con nuestra oración, nuestra entrega y nuestro sacrificio a tantos que necesitan consuelo, paz, esperanza. Comenzar la semana con la ilusión que Dios nos ha llamado para ser Hombres Nuevo, con corazones nuevos que motiven a los hombres en la búsqueda de nuevos horizontes que nos traigan la Paz, la Verdad, la Fraternidad.
Como dice la canción: Hombres nuevos creadores de la historia, constructores de nueva humanidad; y para ello no debemos perder la esperanza, que simplemente es tener firme nuestra mirada y nuestro corazón en Aquél que ha sembrado esa esperanza en nuestro corazón. No bajes la mirada del Corazón de Jesús, pues Él es quien puede sostenernos y fortalecernos para seguir, con Él, re-creando al Hombre y al Mundo.
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