Dice Dios por medio de Oseas:
"¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el amor de ustedes es como nube matinal, como el rocío que pronto se disipa".
Un amor que pronto se disipa no es amor, es sólo un sentimiento pasajero que hoy está y mañana no, no está arraigado en el corazón, porque no he tomado consciencia de quién es el otro, ni de su importancia en mi vida. El sentimiento es pasajero cuando solamente quiero satisfacer una necesidad: llámese soledad, dolor, angustia, agobio. Y cuando esa necesidad está saciada el sentimiento desaparece ¡ya no te necesito!
Por eso mismo, en nuestra relación con Dios, al no haber un amor profundo y real no hay tampoco consciencia de pecado, no hay consciencia de que lo voy perdiendo de a poco, de que poco a poco voy haciendo desaparecer la unidad de corazón. Por que al buscarlo sólo cuando lo necesito, soy yo el centro de la relación y El está para "llenar" ciertos vacíos o para aplacar ciertas necesidades espirituales. Pero al primer indicio de "reclamo" por parte del otro, ya se me acabó el amor.
Así vemos en la parábola del evangelio como el fariseo se alababa a sí mismo por ser tan bueno y discriminaba al publicano porque no hacía las prácticas religiosas que él hacía. Pero el publicano estaba inclinado reconociendo su debilidad, reconociendo necesitaba purificarse para amar más.
Cuando amamos verdaderamente las faltas que cometemos nos producen dolor, el dolor del pecado, que nos demuestra la ausencia de la Gracia en nuestra vida, que nos hace notar la lejanía que se produce al no estar junto al amado. Cuanto más sentimos el dolor de nuestro pecado más buscaremos la reconciliación, pues sentimos la necesidad del perdón, la necesidad de sabernos perdonados para poder continuar amando.
Hoy en día se vive tan leve y superficialmente el amor, o, mejor dicho, ha perdido el sentido y se ha vaciado de contenido la palabra amor, que da lo mismo ser fiel o infiel, pecar o no pecar, porque no se sabe lo que es amor, confundiéndolo simplemente con un acto fisiológico de compañía y de relación sexual que, una vez que pasa el "encanto" o la "necesidad" voy en busca de "otro amor".
Y, como siempre, como pasa en la vida humana, también pasa en la vida sobrenatural, en nuestra vida espiritual: como hoy necesito te busco, cuando ya has cubierto mis necesidad me voy con otros dioses; quizás mañana cuando el agua me llegue al cuello vuelva a buscarte para que me des una mano y me pongas a salvo.
"En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!."
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.»
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