Una vez que los apóstoles recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés, Pedro decía al pueblo:
"A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo»
Es lo mismo que nosotros predicamos con nuestra vida, el gozo de la Pascua, el gozo de la Resurrección y no por que hemos sido testigos presenciales del hecho como lo fue el, sino porque reconocemos el Don de la Fe que el Espíritu Santo nos ha dado, también a nosotros, y que, por la tradición nos ha llegado el testimonio que ellos fueron regalando al mundo día tras día.
Hoy nosotros somos esos apóstoles que salen sin miedo al balcón de la vida a regalar a todos los hombres que lo quieran escuchar el mismo testimonio: ¡Jesús ha resucitado y Vive para nosotros!
Y hay algo muy especial para hacer y meditar todos estos días de la Pascua, pues así como meditábamos durante la Cuaresma el Via Crucis, en este tiempo podemos meditar el Via Lucis. Sí, el Via Lucis es el Camino de la Luz que desde la Pascua nos lleva a la Venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles. Porque ahora no es el tiempo de la Penitencia (aunque siempre la tenemos que hacer para liberarnos de las ataduras del pecado) sino que tenemos que profundizar nuestra Fe en la Luz de la Pascua, una Luz que alumbra toda nuestra vida para que no tengamos miedo de vivir y por eso de anunciar lo que vivimos.
Por que así le dijo Jesús a las mujeres cuando fueron al sepulcro de madrugada:
"De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
– «Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
– «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
"Alegraos". La alegría, el mayor y más preciado don que tenemos que conquistar, porque nuestra vida cristiana es Alegría, alegría de sabernos amados por un Dios que nos ha dado la Vida, amados por un Dios que nos ha perdonado, y si el Dios que nos ha amado y nos perdonado nos envía como mensajeros ¡¿cómo no vamos a llevar la Buena Noticia a todos los hombres?! Y llevar la Buena Noticia con el brillo de la Alegría Pascual siempre en nuestro corazón, para que nuestras palabras y nuestra vida reflejen la Luz del Nuevo Día que acaba de nacer, y que nacerá cada día que abramos el corazón al Don del Espíritu que ha sido derramado en nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.