Nos comienza diciendo San Juan:
"Queridos hermanos:
En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.
En esto conocemos que estamos en él".
Para los que creemos, para quienes queremos vivir el cristianismo, sabemos o hacemos un acto de fe al decir que esto es Palabra de Dios, no lo que yo estoy escribiendo, sino lo que se contiene en las Sagradas Escrituras. No es Palabra de Dios porque Dios lo haya escrito, sino porque quien lo ha escrito estaba inspirado por Dios, es lo que creemos lo que queremos vivir en Cristo.
Partiendo de esa base tenemos que intentar, con la Gracia del Espíritu Santo, hacer vida lo que leemos y lo que creemos. Por eso mismo, San Juan, es tan fuerte al hablarnos de nuestra vida en Cristo, de hacernos ver que si decimos una cosa y hacemos otra no sólo le mentimos al mundo, sino que nos mentimos a nosotros mismos haciéndonos creer que somos algo que no vivimos. Pues la "fe sin obras es muerta", así él mimso lo va a decir más adelante: "quien dice que ama a Dios a quien no ve y no ama a su hermano a quien ve es un mentiroso".
¿Por qué tanta radicalidad en la Palabra de Dios? ¿Por qué los apóstoles y evangelistas fueron tan duros al escribir sus cartas a las comunidades y marcar una línea tan fuerte entre la palabra y la vida? Porque ellos mismos han tenido que tomar una decisión radical en sus vidas: seguir a Cristo o no seguirlo, y en ese seguirlo les implicó un montón de sufrimiento que afontaron o asumieron con alegría porque "eran considerados dignos de sufrir los mismos sufrimientos que Cristo".
Pero no eligieron seguir a Cristo para sufrir, sino porque en Jesús encontraron un Camino que hizo que sus vidas cambiaran por completo, y de ese modo se vieran "completadas" por la vida que el mismo Jesús les permitió vivir y les mostró cómo vivirla: en obediencia de amor a la Voluntad del Padre y en servicio de amor a los hermanos. Ellos experimentaron en carne propia lo que es vivir en Cristo, lo que es Amar como Cristo nos amó, por eso, inspirados por sus vivencias y el Espíritu Santo, nos exhortan a dejarnos conducir por el mismo Espíritu sin poner obstáculos a sus inspiraciones, y sin poner excusas a la hora de vivir radicalmente la Voluntad de Dios.
Es cierto que hoy en día la Voluntad de Dios y los mandamientos los tenemos "guardados" en un cajón de nuestra vida, y, como a todo el mundo, nos parece que muchas cosas de esos mandamientos hoy no deberían existir, pero también sabemos y creemos lo que nos dicen las Escrituras: "la Palabra de Dios es eterna", y como dijo el mismo Jesús "no he venido a abolir la Ley sino a darle plenitud", y nosotros creemos eso, por lo tanto, los mandamientos y la Voluntad de Dios son el Camino que nos conduce a la plenitud de nuestra vida de fe.
"Queridos míos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado".
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