"No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos".
No todo el que dice "Señor, Señor", decir, como siempre se pueden decir muchas cosas, pero llegar a vivirlas siempre hay una gran distancia, sobre todo en las palabras que hablan de lo que somos o de lo que queremos ser.
Recién leyendo algo de una amiga que apuntaba en su muro de Saramago, hablaba del parecer y del ser, es a lo que se refiere Jesús: ¿cómo "aparezco" ante el mundo y cómo "aparezco" ante los ojos de Dios? ¡Qué hermoso sería que siempre aparecíeramos como queremos ser y sobre todo como Dios quiere que seamos!
Por eso Jesús en la exhortación de hoy nos invita a construir nuestro ser sobre la roca firme. Pero, claro, para construir tengo que saber qué es lo que quiero construir, pues no me puedo lanzar a construir un monoambiente si quiere tener una gran familia, y no puedo construir una casa en la montaña si me gusta el mar. Para eso tengo que saber qué es lo que quiero ser, o qué es lo que Dios quiere que sea para saber qué es lo que quiero construir y cómo he de construirlo.
Supuestamente queremos no sólo ser cristianos, sino lo que Dios pensó desde toda la eternidad para nosotros es que seamos "santos e irreprochables en su presencia por el amor"; es el deseo de Dios. Y si yo digo que Él es mi Padre y el Señor de mi vida, entonces mi intentaré aceptar ese desafío de construir un vida santa. Y ¿cuál es el cimiento de esa vida santa?: Jesús es la roca firme donde se asientan los cimientos de mi vida. Sí, Jesús en Su Palabra y Jesús en Su Pan de Vida. Jesús en el hermano y Jesús en los sacramentos. Un Jesús que abarca toda mi vida y todo mi ser.
"El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca".
Es que el creer en Él significa poder tener confianza en lo que Él nos pide vivir, confiar en la providencia del Padre por lo que Él nos permite vivir, alcanzar la fortaleza frente a las adversidades por que Él está en mí y "todo lo puedo en Él".
Nuestra vida en santidad no puede ser construida sin Cristo, sin poner como fundamento de nuestro "parecer" lo que en realmente somos. Ponernos una máscara es simplemente escondernos detrás de algo que no somos y no encontrar la felicidad que tanto anhelamos. Cuando dejamos que nuestro ser, aunque sea pecador, llegue a mostrarse ante Dios veremos que su misericordia nos dará el abrazo necesario para convertir nuestro pecado en Gracia, y para poder encontrar el Camino que nos acerque, cada día, a la verdadera plenitud de nuestro ser y, así, no tener que parecer algo que no somos, sino que, viviendo en la alegría del que está caminando hacia la Verdad poder, simplemente, vivir con el ser desnudo frente a los demás, pues nada me importa más que alcanzar lo que Dios quiere para mi vida, y poder vivir sin tener que aparentar ser, sino solamente ser.
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