"Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor.
Lo inspirará el temor del Señor".
Dios, por medio del Profeta Isaías, le habla al pueblo de esperanza, de un nuevo tiempo en el cual Vendrá quien haga florecer el Espíritu del Señor. Un tiempo de esperanza luego del agobio, de la desesperanza, del cansancio, de la angustia, del dolor. Como se dice habitualmente: siempre sale el sol. Y el Sol de justicia es Nuestro Señor Jesús, quien quiso el Padre que naciera del Seno de María Virgen y se hiciera Hombre para ayudarnos a nosotros, los hombres, a volver a Dios.
Claro que el Salvador no vino como lo queríamos, no vino con toda la gloria, ni vino para hacernos caso y darnos todo lo que le pedíamos, sino que que Vino para hacernos volver al origen, al punto inicial de nuestra relación con Dios, esa relación con Dios se rompió con el pecado original. El Salvador quería que nos encontráramos nuevamente con la Belleza y la Bondad que el pecado nos había quitado. Queríamos esa Belleza y esa Bondad para poder volver a Ser, pero no queremos recorrer el Camino que Él nos señaló con su vida.
Hubo, sí, quienes lo recorrieron con Jesús, quienes necesitados de Belleza interior aceptaron el desafío de dejarlo todo y seguirlo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien".
Los pequeños, los que realmente necesitaban ser salvador, los que sentían la pobreza del pecado y la pequeñez de su naturaleza, fueron los que aceptaron el Camino que el Señor les presentaba y optaron por seguirlo sin miedo, sin poner trabas y argumentos terrenales a la Vida que Él les ofrecía vivir.
En cambio los que creemos que sabemos más que el Señor somos los que siempre ponemos excusas para no vivir Su Voluntad. Los que creemos que somos más inteligentes que otros ponemos argumentos claros y evidentes de que lo que Él nos presenta no es la Vida en libertad, sino que es una esclavitud y una despersonalización, y no optamos por seguirlo. Los que no necesitamos de nada porque creemos que lo tenemos todo, no vamos a Dios porque lo tenemos todo.
Por eso el Tiempo de Adviento es un tiempo para re-pensar nuestra relación con Dios, para re-prensar nuestra relación con los demás, para re-pensar nuestra relación con nosotros mismos y descubrir que con el tiempo nos hemos vuelto soberbios y vanidosos frente a Dios, porque no hemos madurado en nuestra fe de niños, sino que nos hemos vuelto demasiado adultos como para creer lo que Jesús nos presenta y nos pide. Por eso vamos "tapando" los verdaderos misterios con otras realidades, y así hemos "tapado" la Navidad con la imagen de un Papa Noel que nada de esperanza nos trae, sino que nos llena de objetos materiales que no sólo no dan Vida Nueva, sino que nos presentan una realidad que se termina, así como se termina el misterio en nuestras vidas.
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